Capítulo 2: "Baila conmigo"- Sing with me

BAILA CONMIGO

Ya había pasado una semana yendo y viniendo del SAC y obviamente sin ver al príncipe o al rey. Las heridas ya estaban cicatrizando aunque aún se notaban las lesiones y debía cubrirlo con unos curitas que la sirvienta había conseguido en alguna farmacia ahí cerca.
Volteó a ver el papelito nuevamente cuestionándose si leerlo o no, la verdad era que desde que el rey le dijo que lo leyera no había reparado en lo curioso que resultaba y en lo enigmático que se había convertido. Tenía miedo de enterarse de cualquier cosa que el rey necesitara, porque no se le ocurría algo que una persona que lo tiene todo podría necesitar de ella.
Además de que se supone que ese día le diría a su profesor de teatro su habilidad y aún no tenía nada. Según el rey ella era muy inteligente pero dudaba que fuera una gran habilidad dentro de la actuación y Dariel le dijo que era muy fuerte, quizá eso ayudaría por el momento.
Salió de su habitación a hablar sobre el asunto de la tarjeta con la sirvienta. Necesitaba que alguien la escuchara y le diera una opinión acerca de la decisión que tomaría respecto a lo que el rey pidiera.
—Señorita Venturi, yo no puedo abrir esa carta, ahí dice claramente que es para usted y me temo que estaría violando una regla estricta para la servidumbre del palacio—se disculpó amablemente la mujer.
—Lo siento—Nay tomó la carta y la abrió—, listo, ahora ya está abierta, léala para mí ¿sí?
—Por supuesto—se aclaró la garganta y comenzó a dar lectura:

«Estimada becada Nahyra Venturi esta carta va dirigida a usted con la intención de pedirle un favor para la familia real. Como probablemente ya se ha enterado por las noticias, Kouba será cede de una reunión internacional de la diplomacia de diferentes países. Es de conocimiento público que nuestro reino no cuenta con una princesa ni con una figura femenina de alto rango.
Debido a que usted presenta las características para fungir como una, le pedimos que piense la posibilidad de asistir a la reunión como acompañante del príncipe Dariel Csustta, todos los gastos que este evento podría generarle serán cubiertos por nosotros (ropa, zapatos, accesorios, etc.) así que no hay problema por el dinero.
La ceremonia se llevará a cabo dentro de un mes, para ser precisos el día 24 de Noviembre.
Esperamos su pronta respuesta.
Atentamente: La familia real.»

—Señorita Venturi ¿qué hará al respecto? —interrogó la sirvienta mientras volvía a revisar el papel por todas partes.
—No lo sé, ya se me ocurrirá algo en el colegio, ¡nos vemos! —pasó a la cocina y recogió su almuerzo para introducirlo en la bolsa.
Ya se había acostumbrado a las miradas para nada disimuladas que le lanzaban las chicas y los comentarios destructivos que surgían de ellas mismas. También le gustaba la compañía de algunas chicas que comenzaron a juntarse con ella cuando se dieron cuenta de que todos esos rumores eran completamente falsos.
Ahora, en cuanto al talento para la clase de teatro no tenía ni la menor idea de algo más que decir a excepción del detalle que Dariel notó en ella, y eso era aun peor porque fue él quien la ayudó a darse cuenta de ello.
—Iris, ¿ser fuerte se consideraría un talento para teatro? —preguntó con la esperanza de que su amiga le diera una respuesta positiva porque sus opciones se estaban reduciendo.
—No lo sé, pero puedes decírselo al profesor, de todas formas supongo que es un gran comienzo. ¿De verdad nunca llevaste estas materias? —había estado haciendo esa pregunta desde que se conocieron, no podía creer que tuviera la oportunidad de hablar con alguien que recibió educación pública por tanto tiempo.
—No, mis materias eran más de “cultura general” por decirlo de alguna manera. Llevaba historia, geografía, español, estadística…ese tipo de materias son las que se enseñan en una escuela pública.
—Wow, ese mundo se ve cada vez más atractivo—suspiró Iris con la esperanza de que algún día ella pudiera obtener ese nivel educativo que, aunque la mayoría pensaba que era de lo peor, ella estaba segura de que sería una experiencia reconfortante.
Su primer clase el día de hoy era solfeo y tuvo que ir corriendo de la mano de su amiga para evitar a Dariel—lo cual era complicado porque todas las clases estaban juntos—y para llegar a tiempo y antes que él.
Llegaron y tomaron asiento en la fila delantera para que Nahyra pudiera poner más atención y para despejar su mente de aquella carta, al mismo tiempo de que comenzaría a ser más participativa en clases para que mínimo no le preguntaran cosas que no sabía cuando estaba distraída.
—Hoy practicaremos sus escalas, por favor, todos los que toquen el piano formen una fila a la derecha y los que quieran hacer la práctica ahora pónganse de mi lado izquierdo.
Nahyra por fin se sintió comprendida y fue la primera en pararse a un costado de la profesora. Después le siguieron algunos otros alumnos, entre ellos el chico que la llevó a la clase de teatro y desgraciadamente también estaba Dariel. Aunque ahora que lo recordaba nunca había tenido la oportunidad de escucharlo tocar el piano por su terrible error en el concurso.
Después de que las filas estaban formadas Nahyra se separó y corrió hacia el otro lado para practicar el canto. Ella estaba segura de que tocaba más que excelente, pero su entonación estaba oxidada y necesitaría recordar sus clases para poder seguir siendo tan buena como cuando cantó en el concurso.
El profesor fue enumerando a todos los pianistas y después fue el turno de los futuros cantantes. Ella fue asignada con el número veintitrés y estaba esperando a que le dijeran quién era el trece porque sería su pareja en el piano.
Cuando comenzaron  a pasar por números se dio cuenta de que iban en el diez y que tres lugares atrás estaba Dariel. Maldijo por lo bajo y fijó la mirada en un hueco pequeño que había en la pared donde seguramente debió haber sido clavado un cuadro.
— ¡Venturi, Nahyra! —Gritó la profesora para sacarla de su ensoñación—. Espero que esté consciente de que en este colegio no toleramos la falta de responsabilidad en las materias, así que si no está dispuesta a participar puede retirarse, nadie la está reteniendo a la fuerza.
—Disculpe, pondré más atención—masculló entre dientes y desvió su mirada hacia su pareja en la práctica.
Dariel también la observaba y disfrutaba de verla avergonzada por la reprimenda que acababa de conseguir. En cuanto tuviera la oportunidad de hacer que le volvieran a llamar la atención lo haría.
—Dariel Cosustta, deje de ver así a su compañera, por favor, trate de poner algo de atención a la clase—regañó la profesora cansada de que sus alumnos fueran tan irresponsables.
Ninguno de los dos se atrevía a dirigirse la mirada, no por vergüenza, sino porque probablemente terminarían discutiendo frente a todo el salón de clases y sacaría temas a relucir de los cuales ninguno de los dos se sentiría orgulloso. Además de que se suponía que él era el príncipe de toda Kouba y por lo tanto merecía el respeto de todos, ¿pero no se suponía que él también debía respetar a sus súbditos?, después de todo él la había derribado y había conseguido que se llevara una lesión grave en ambas piernas.
Nahyra cada vez fruncía más el seño hasta tal punto de asustar a todos los que la observaban, incluso Dariel estaba entrando en pánico porque tendría que hablarle para comenzar con la clase.
—Venturi—susurró Dariel con la intención de que ella no lo escuchara. Justo ahora se sentía diminuto al lado de esa chica tan insolente.
— ¿Qué quieres ahora? —Farfulló molesta mientras levantaba la vista del suelo y penetraba la mirada de preocupación de Dariel con una de odio profundo—. Date prisa y toca el piano para que cante.
El príncipe se sentó de mala gana en el banco que estaba frente al teclado del piano y se acomodó para iniciar a tocar.
—Si dejaras de hacer tantas tonterías para tocar probablemente lograrías completar tan siquiera una pieza—comentó Nay de forma burlesca.
—Si cambiaras tu actitud quizá dejarían de decirte que eres una chica engorrosa y obstinada, al igual que todos los campesinos—contestó Dariel alzando un poco más la voz para hacerse escuchar de entre las voces que ya estaban practicando.
— ¡Deja de llamarme obstinada! —estalló Nahyra cerrando el teclado para que la cubierta impactara con los dedos de Dariel.
— ¡Los dos vayan por un reporte a la dirección! —gritó exasperada la profesora abriendo la puerta de golpe para que los alborotadores se salieran.
Dariel se fue caminando de frente hacia el camino más corto a la dirección mientras que Nahyra eligió el más largo para evitarlo a como dé lugar. Por obvias razones Dariel llegó primero y se quedó esperando afuera de la dirección en espera del discurso que el director le daría a Nahyra por haber actuado de esa forma en clase.
Pero en lugar de escuchar una discusión lo que escuchó fueron las risas que provenían de ahí adentro y las fuertes carcajadas de Nahyra Venturi que se retorcía de la risa ahí dentro.
Después de tanto hablar para tratar de convencerlo de que no le pusiera el reporte porque ella quería continuar becada, tuvieron que hacer un poco de tiempo para que nadie sospechara de lo que estaba pasando y Nahyra pensó que hablar de algo en común solucionaría el asunto.
Una vez que ella salió encontró a Dariel sentado en los silloncitos reclinables del pasillo donde esperaban a que el director se desocupara. Él tenía la mirada perdida en el suelo y al alzar la vista pudo ver las pequeñas banditas que cubrían las heridas que él había provocado. Pero no sólo recordó eso, sino también el beso que le dio en los raspones cuando la ayudó a curar la herida.
—Perdona—dijo Nay mientras se inclinaba un poco para estar a la altura del príncipe—, no debí gritar esas cosas horribles enfrente de la clase, supongo que fue muy grosero de mi parte gritarle así al príncipe.
—Yo tampoco debía gritar sobre esos rumores por todo el salón aunque ya o saben, pero eso no fue nada amable. Disculpa por todos los problemas que he causado…
—No, yo inicié la pelea porque no he podido dormir bien por tu carta.
— ¿Mi carta?
—Sí, donde me pedías que te acompañara…
— ¡Eras tú! —Gritó sorprendido y alarmado—, ese viejo me las va a pagar.
Nahyra se quedó observándolo absorta mientras él se quejaba y se removía en su lugar. Si debía acompañar a alguien como él definitivamente no aceptaría, ni aunque el rey se arrodillara para implorar que lo hiciera. No aceptaría compartir su tiempo con el príncipe de la estupidez.
Él se puso de pie y la tomó del brazo, estuvo a punto de arrodillarse hasta que recordó que él no debía hacer eso con las plebeyas.
—Por favor no vayas, no aceptes la petición del rey.
¡Bingo!, por fin se había develado la debilidad de Dariel y Nahyra podría aprovecharla al máximo, o al menos hasta hartarlo y así hacerle la vida imposible.
Ella no respondió nada y se fue caminando de regreso al salón para tomar ahí su siguiente clase y así tratar de no sonreír tan malévolamente después de darse cuenta de cuál sería la respuesta correcta a esa pregunta del rey. Lo único por lo que realmente estaba nerviosa era por el hecho de que sus padres no se enteraran de aquello o le darían la reprimenda de su vida.
Siguió tomando las clases de música y de entrar al taller de instrumentos musicales para practicar ahí con algunos otros instrumentos que no fuera el piano o la guitarra. El profesor los puso a practicar con algunos otros instrumentos y ella decidió empezar con una práctica de iniciación en violín, mientras que Dariel cogió una flauta y una trompeta.
Desgraciadamente ninguno de los dos tuvo un buen resultado con eso y se vieron obligados a tomar asiento frente a los teclados para poder tocar alguna pieza conocida y no hacer el ridículo como antes.
Dariel observaba cómo Nay cerraba los ojos, respiraba profundamente y comenzaba a deslizar suavemente los dedos sobre el teclado, mientras que él repasaba las notas en su cabeza y trataba de imitar los sonidos con el teclado. Nahyra trataba de concentrarse, pero el “click” que hacían las letras cada vez que Dariel pulsaba cada una de ellas.
La música del príncipe no era mala, pero tampoco llegaba a ser buena y era evidente que el profesor se había dado cuenta pero no se lo informaba, sólo se dedicaba a ayudar a los otros alumnos, pero los que estaban en el piano no recibían instrucción alguna.
Nahyra se acercó hasta Dariel y golpeó sus manos para que se detuviera.
—Ya basta Dariel, si quieres te puedo enseñar cómo tocar sin hacer ese ruido molesto con las teclas y así algún día podrías ganarme en algún concurso ¿no lo crees? —musitó con la mayor disposición posible.
—No gracias, no necesito la ayuda de una pobre campesina—declaró con displicencia y se levantó del asiento para volver a tomar la flauta.
Nay apretó las manos en puños y se quedó sentada frente al teclado pensando en alguna melodía para interpretarla esta vez. Quería volver a tocar y cantar esa canción francesa con la que ganó el concurso pero entonces sería demasiado obvio que estaba presumiendo su talento con el piano. Así que se decidió por algo aun más sencillo. Una canción un poco más moderna interpretada en piano.
Se dejó llevar por el momento y cuando reaccionó ya estaba cantando y con las miradas de todos sobre ella sentada en un rincón tocando el teclado. Odiaba admitirlo, pero por primera vez se sintió aceptada por toda la bola de adolescentes ricos y presuntuosos.
Dariel no tardó en reconocer la canción y comenzó a corear a Nahyra haciendo que ella volteara a verlo con una cara de completa alegría, lo que logró que se sonrojara y se diera la vuelta para no volver a ver ese rostro sonriente, que de cierta forma para él había significado un “gracias” desde el fondo de su corazón.
—Eso ha sido excelente—exclamó el profesor cuando la canción finalizó y todos comenzaron a aplaudir, de hecho, aquellos que iban para actores comenzaron a fingir su llanto.
—Muchas gracias profesor, aunque no era nuestra intención interrumpir la clase…
— ¿De qué hablas, Venturi? Esto ha sido, en años, lo mejor que he visto en cualquier alumno que haya pisado el taller. Simplemente ha sido impresionante el juego de voces de ambos y si tuviera que apostar a que jamás escucharía un dueto como este lo haría con los ojos vendados. Mis felicitaciones jóvenes—culminó el profesor y todos regresaron a lo que estaban haciendo…todos excepto Dariel y Nahyra, quienes no sabían qué decir en ese momento y sólo jugaban con sus manos de forma incómoda.
—Gracias—comenzó Nahyra—, por no dejarme sola mientras cantaba. Pensé que los demás me tacharían de loca.
—Por un momento pensé que lo estabas, pero después me di cuenta de que canto mejor que tú—bromeó y por primera vez en toda una semana los dos se sonrieron. Deja de sonreír por favor, odio que sonrías—murmuró completamente molesto Dariel dejando confundida a Nay.
Su sonrisa no era fea, ni siquiera le parecía molesta. Lo molesto era esa fiebre que le venía cada vez que la observaba riendo. Seguramente le enfermaba verla así de feliz, porque lo que él realmente estaba buscando era hacerle la estancia más miserable en la historia del Special Art College y lo único que había conseguido era hacerla feliz en el primer día de ambas semanas.
Dariel siguió caminando hasta encontrarse con sus amigos para poder charlar un momento durante el descanso. Si quería hacerle la vida miserable a Venturi debería necesitar ayuda. Y no conocía a personas más apropiadas para eso que sus amigos.
—Antoni, necesito que me hagas un gran favor—dijo Dariel acercándose un poco a su amigo para contarle sobre su plan. — ¿Qué dices?
—Eso es muy cruel ¿no lo crees? Y para empezar no entiendo qué te ha hecho la campesina, hasta a tu padre le agrada. No entiendo qué tienes contra ella.
—Me enferma verla, no tolero su presencia.
—Si no te conociera diría que te gusta esa campesina—Dariel estuvo a punto de reclamar pero su amigo lo calló—, pero sé que jamás te fijarías en alguien como ella y por eso estoy dispuesto a ayudarte. Pero a cambio responderás una pregunta.
—Claro, porque me hagas el enorme favor de quitarla del camino lo haré.
— ¿Sabes si ella ya ha besado a algún chico?
— ¿Por qué lo preguntas?
—De todas formas no obtendrás mi ayuda si no me respondes esa pregunta. Nos vemos porque tengo una clase pendiente y ya no puedo faltar más o la tendré que dar de baja—Antoni se levantó de la banca y se fue hacia su salón pensando en que su amigo estaba perdido, porque sin quererlo, él ya se había enamorado. El único inconveniente era que él tardaría en darse cuenta de ello.
Dariel también tuvo que ir hacia su salón para poder asistir a su clase de teatro y poder presenciar el momento en el que Venturi fracasaría al no tener una habilidad que no fuera la música. Quizá esta vez sería su propia culpa el que la echaran de clase.
Todos comenzaron a llenar el pequeño auditorio ubicado dentro del SAC y los murmullos no cesaban. Estaba a punto de presentarse otro bloque de estudiantes que, al igual que la semana pasada, habían practicado para presentar otro espectáculo.
Pero para Dariel había algo mucho más esperado. El momento en el que Nahyra pasaría ante todos para decir cuál era su talento.
La obra esta vez no era sobre un circo, era sobre una boda forzada entre dos personas, ese tipo de obras donde los personajes se enamoran sin quererlo. La típica historia cliché que nunca falla con las chicas. A excepción de que sean como Nahyra, aquellas chicas para las que encontrar al amor de su vida no es una prioridad.
La obra terminó con todos aplaudiendo de pié hasta que el profesor salió detrás del telón a dar un anuncio importante.
—Por favor, recibamos con un aplauso a su nueva compañera Nahyra Venturi, ella ha venido a hablarnos sobre su talento.
Nahyra no sabía que en ese colegio las cosas eran así. Es decir, ella se presentaba normalmente ante sólo una clase cuando estaba en la escuela pública, pero jamás lo había hecho para más de tres grupos juntos.
—Vamos muñequita, no te cohíbas ante los espectadores que están a punto de conocer a otra gran estrella.
—Mi nom…mi nombre es Nahyra Venturi y vengo de…vengo de una escuela pública de aquí cerca y estoy aquí porque recibí una beca por parte de la familia real.
»Realmente no sé si tenga un talento especial, pero estoy segura de que si en esta clase se organiza un musical seré perfecta para ello, porque mi voz es mi talento. Mi talento es el canto.
Todos comenzaron a abuchear porque su talento no era especial dentro de un colegio especializado en artes, pero si les demostraba la calidad de su entonación probablemente ellos se darían cuenta de que lo que decía era completamente cierto.
De inmediato Nay le arrebató el micrófono a su profesor y se entonó para interpretar una estrofa de la canción del musical de Anita la huerfanita, quizá no era la mejor canción que se le pudo haber ocurrido; pero necesitaría el esfuerzo de cada cuerda bucal para alcanzar los agudos.
Siguió interpretando dejando a todos boquiabiertos aunque ella no podía observarlos porque tenía los ojos cerrados. Era una técnica para no ponerse nerviosa en cuanto se pusiera a cantar con cientos de ojos observándola como si fuera un bicho raro. Cuando concluyó todos se pusieron de pié y aplaudieron igual que aquella vez que ella cantó con Dariel en el laboratorio con los instrumentos.
El profesor le sonrió e hizo que pasara a su lugar.
—Gracias Dariel, si no fuera por tu ayuda no lo hubiera logrado—susurró y le dirigió una sonrisa.
Igual que las veces anteriores, Dariel se sonrojó sintiéndose mareado y salió corriendo en dirección a los baños de los hombres para revisar que no estuviera pálido o, por lo menos que siguiera igual que esta mañana. Le había advertido a Venturi que no volviera a sonreír y sin embargo osaba desobedecer sus órdenes.
Su última opción era hacerle aquella pregunta incómoda que Antoni le había planteado como condición para ayudarlo. Aunque fuera lo más vergonzoso que podría hacer no había otra opción que haría que ella rechazara la petición de su padre y que se alejara de él por completo.
Regresó a tomar la última clase que esta vez era la de danza. Era la oportunidad perfecta para pedirle a Venturi que fuera su pareja de baile y así poder lanzarle la pregunta sin darle la oportunidad de escapar.
En la cabeza de Dariel esa idea se veía maravillosa, pero en cuanto vio entrar a Katherine al salón de clases se arrepintió y estuvo a punto de salir de la clase y saltársela por primera vez. Ella era su amiga desde que tenía memoria y siempre se emparejaba con ella porque Kate no tenía muchos amigos. ¿Cómo le explicaría esta vez que haría pareja con otra mujer?
Se acercó hasta donde estaba ella, y Kate de inmediato saltó para darle un abrazo complementado con un beso en la mejilla pensando en que iban a bailar nuevamente.
—Oye Katherine, hoy no me apetece bailar contigo…no te lo tomes a mal, pero quiero enseñarle cómo hacer las cosas a esa campesina antes de que repruebe.
—Muy bien, ya buscaré a alguien más—Kate dio una sonrisa fingida y fue a un rincón en busca de otra pareja que quisiera estar con ella. Eso no sería tarea difícil porque era una chica realmente atractiva, su único defecto era que ella no poseía esa facilidad de hacer amigos por ser demasiado tímida.
Dariel caminó decidido hacia Nahyra para pedirle que fuera su pareja de baile solo por ese día, lo cual ya era bastante humillante por sí solo, pero empeoraría con la pregunta que debía hacerle.
Estaba a tan solo un par de pasos más pero una bola de hombres corriendo se atravesaron para llevarse casi cargando a Nahyra para hacer su intento de pedirle que bailara con ellos. Sin embargo ella los rechazaba. Rechazaba a los chicos que se creían “más apuestos” que los demás y lo había hecho sin pensárselo dos veces.
—Lo siento chicos, pero le he dicho a él que me ayudara con esto del baile—dijo señalando a un chico que estaba recargado en una esquina. Y ella fue tras él.
—Vaya, he visto que has rechazado a todos ellos por mí, debe ser duro para ti tener que tolerar todo eso—murmuró el chico mientras se acercaba más a Nay.
—Para nada, simplemente me pidieron bailar y yo dije que no, no hay nada complicado en eso, además de que es una simple clase de baile.
—Eres muy torpe—musitó y la tomó de la mano—. Por cierto aquella vez que te llevé a la clase de teatro no me presenté. Soy Antoni Ciaponi.
—Mucho gusto Antoni, yo soy Nahyra Venturi—le estrechó la mano y comenzaron a charlar bajo la expectante mirada de Dariel, quien estaba asombrado de que Antoni fuera directamente a hablar con ella aunque no había obtenido la respuesta a su pregunta inicial. Después de todo Antoni era un buen amigo en el que podía confiar o por lo menos eso era lo que pensaba Dariel.
La profesora entró a dar las clases mientras cargaba un enorme estuche lleno de discos en una mano y en la otra sostenía las bocinas del minicomponente que usarían aquel día.
—Como veo que ya todos han hecho parejas…—se detuvo al ver que el único que no tenía a ninguna chica junto a él era el príncipe—. Supongo que tú podrás ser mi ayudante el día de hoy.
Para la clase de danza era algo humillante terminar siendo el ayudante porque eso significaría que tendrías que bailar con la profesora e incluso, si el baile lo requería, deberías cargar su enorme corpulencia por los aires.
—Bueno yo…de hecho…Katherine…—tartamudeó Dariel en busca de la ayuda de su amiga.
—No cuentes con ello Ari, ya tengo pareja para esta ocasión.
Y así fue como Dariel terminó ayudando a su profesora de danza a interpretar un tango.
Dariel observaba de reojo los movimientos de Katherine con aquel otro chico desconocido. Eran movimientos fuertes pero amigables mientras que los de Antoni y Nay eran demasiado violentos y sugerían una especia de danza para cortejar.
—Recuerden que este baile de salón demuestra pasión, amor, deseo—explicaba la profesora con ademanes demasiado apasionados y dramáticos—. Así que eso es lo que quiero ver, quiero ver esa pasión transmitida a su pareja.
—Profesora pero no se supone que los estudiantes deban sólo practicar una danza más sana, y no algo tan amm… ¿cómo decirlo?
—Tan sugerente, profesora—complementó Nahyra ayudando a que Dariel terminara con su discurso.
—Exacto, no debería enseñarnos bailes tan sugerentes.
—Eso es porque tú bailas con la profesora, apuesto a que si bailaras con alguien como Nay no dirías lo mismo—excusó Antoni burlándose de su amigo.
Todos comenzaron a reír y a discutir mientras Antoni aprovechaba el momento para pasar más tiempo hablando con Nahyra.
—Fuiste muy grosero con el príncipe…me agradas—declaró Nahyra con orgullo mientras asía del brazo a Antoni para retirarse a la siguiente clase.
— ¡¿A dónde crees que vas Toni?! —gritó Dariel y salió corriendo tras de ellos—, ni creas que te la llevarás.
—Es toda tuya—Antoni se separó de Nahyra y la arrojó de un empujón a los brazos de Dariel—, te la encargo—soltó una carcajada y se fue caminando mientras Dariel seguía abrazando a Nahyra, quien luchaba contra éste para que la soltara.
Dariel se quedó inmóvil por un momento mientras reflexionaba cómo es que ahora se encontraba así, sosteniendo a Nay para que no se cayera y luchando contra su amigo por ella. Definitivamente su plan perfecto había terminado convertido en una completa locura.
Soltó de inmediato a Venturi y la dejó caer de sentón contra el duro y frío suelo con mosaicos de mármol para después disculparse y ayudarla a ponerse de pie.
—No te comprendo, maldita sea me duele mucho—trató de ponerse de pie pero hizo tanto esfuerzo que algunas lágrimas comenzaron a salir y a regarse mientras se agachaba para ocultar su rostro de Dariel.
—No otra vez, perdóname—se lamentó Dariel logrando que Nahyra comenzara a sollozar—. Te llevaré a casa, o al palacio, a donde tú quieras, pero para de llorar.
Ahora Nay estaba confundida, pensaba que irritar al príncipe era genial, pero preocuparlo a tal punto de la desesperación era mucho más reconfortante.
Ella se puso de pié como pudo y caminó lentamente hacia la salida del colegio para encontrarse con Iris y con otros chicos que quedaron en llevarla a casa. De todas formas no necesitaba de la compasión del príncipe y debía darle una pronta respuesta al rey antes de que se arrepintiera de su elección.

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