¿El amor de mi vida?- Corazón de hielo

¿EL AMOR DE MI VIDA?

El despertar caminé sin ánimo hacia el comedor porque el aroma del desayuno había despertado a mi estómago. Llegué al pié de las escaleras y vi a mi madre pasar acelerada de un lado a otro mientras sostenía el teléfono de la casa en sus manos.
— ¿Te encuentras bien? —pregunté mientras trataba de acercarme a ella.
—No, me han hablado del lugar donde patinas para decirme que vayas a hablar con la entrenadora, me parece que algo malo pasa allá—salí disparada hacia mi habitación para sacar ropa limpia, toallas y otras cosas para poder darme un baño rápido aunque fuera con agua fría para poder salir como se debe a hablar de frente con la entrenadora y decirle que buscara a alguien más para hacer la dichosa rutina.
Subí a la camioneta y de inmediato mi mamá condujo hacia el enorme domo para poder dejarme ahí e ir a su trabajo, ya me las apañaría después para regresar a casa.
Caminé por los pasillos escuchando los gritos que pegaban las chicas novatas que seguramente se habían inscrito para el curso de las vacaciones de invierno, probablemente después de que renunciara yo podría asistir sólo a cursos para no perder la costumbre de patinar. Se escuchó el grito estridente de una chica seguido por el sonido de otros gritos, entré a los casilleros y vi a dos de ellas luchando contra Chelsea.
— ¡Chels! —espeté logrando captar su atención para que soltara del cabello a una de ellas y dejara de empujar a la otra— ¿Qué se supone que haces? —interrogué mientras me acercaba más decidida y amenazadora de lo que esperaba.
—Ellas dos me estaban agrediendo Verónica, yo solo quise darles…una lección.
— ¡Ella estaba con nuestro Matt! —dijeron las otras dos chicas al unísono. La saliva se me atoró y tuve que toser para no ahogarme.
— ¿De qué Matt hablan? —rogaba porque no fuera el Matt patinador y campeón olímpico, quizá era otro Matt, algún Matt nuevo que entró al curso y del cual desconozco su existencia.
— ¿Qué Matt va ser sino Matthew Conors? —pude haber jurado que salí disparada para abofetear a Chels, quien sólo ponía cara de inocente mientras habían dos chicas que habían sido testigos de los hechos.
—Pues no debería importarles, deberían ya de saber que él se mete con cualquier chica que se mueva así que eso es mejor para ustedes—me di la vuelta con toda la dignidad que podía juntar y salí hacia la oficina de la instructora.
Al llegar escuché cómo ella le gritaba a alguien ahí dentro, estaba furiosa y exigía respuestas a la pregunta que había formulado, con mucha valentía abrí la puerta y vi a Matt paseando de un lado a otro.
— ¡Por fin! —exclamó—. Vamos, dile tú misma que has renunciado a las Estatales—la instructora pasó su mirada furiosa de Matthew hacia mí.
—Bueno, eso es cierto, he decidido renunciar porque ya no quiero seguir patinando—mentí, sí quería seguir patinando pero no con Matt y era estúpido porque ya me había prometido no dejar que él tuviera algo que ver con mis decisiones.
—Muy bien Verónica Praxon, entonces me temo que tendré que mandar solicitudes a la Federación para que remuevan tu nombre de las listas y coloquen el de alguna nueva, muchas gracias Verónica, ya te puedes retirar.
—Hice una especie de reverencia antes de irme con la cabeza en alto soportando las miradas de todos y las lágrimas acumuladas en mis ojos.
Salí a caminar en busca de aire y vi entonces a Marc, le había dicho que hablaríamos aquí. Con un gran suspiro me acerqué hasta él para saludarlo y así abrirle paso a mi terapia personal sobre el por qué no podía dejar el patinaje.
—Hola Marc, que sorpresa encontrarte aquí.
—Tú me dijiste que aquí hablaríamos no se qué es lo que te sorprende—se encogió de hombros y me abrazó por los hombros para poder guiarme hacia un lugar cercano que nos sirviera de refugio en contra de la nieve. Los copos eran cada vez más grandes a tal punto de casi parecer granizos, entonces fue cuando decidimos meternos en una solitaria cafetería por algo caliente y por un lugar seguro para salvarnos de la tormenta de nieve.
— ¿Qué vas a ordenar? —preguntó Marc mientras sacaba su cartera.
—Gracias pero sólo quiero un café o algo caliente, necesito calmar mis nervios—respondí tratando de sonreír.
Marc se levantó hacia donde estaba la mujer que fungía como cajera y mesera a ordenar el café que pedí para después regresar con un par de cubitos de azúcar y un recipiente con crema para el café.
—Bien, ahora sí explícame exactamente que pasó desde que estuve en el hospital, Shannon no ha sido de mucha ayuda que digamos—preguntó aun sonriendo mientras yo caía más en mi depresión por recordar aquellos momentos.
—Pues no fueron muchas cosas, en resumen conocí a un tipo…Nick, su nombre es Nick que está obsesionado conmigo pero es inofensivo; estúpidamente acepté salir con él porque minutos antes le di una bofetada sobre la pista de hielo a Matthew Conors y entonces la entrenadora nos corrió—suspiré y seguí el relato—entonces Matt me fue a buscar hasta allá y me besó. Yo creí que seríamos algo pero no, él me dejó sola buscando una pista para patinar porque no nos permiten regresar a esta y pues eso es todo, le dije todo lo que le tenía que decir a Matthew Conors y ya, se molestó y me engañó con Chelsea—concluí y giré a ver a la cajera que ya venía con el café calientito en una charola.
—Vamos, no te detengas tu sigue—insistió mientras le ponía azúcar a su bebida.
—Eso es todo, es una historia estúpida—me encogí de hombros y seguí su procedimiento para preparar mi taza.
—No es estúpido, es tu vida lo sé, pero no es estúpido.
—No, yo fui lo suficientemente estúpida para enamorarme…
—Pero lo suficientemente cuerda para saber de quién—concluyó mientras me tomaba de las manos—. Tú me gustabas—dijo en un suspiro—, es tonto ¿no? Pero eso no me detuvo, lo que me detuvo fue el hecho de ver cuán feliz te hacía discutir con él, cómo le hablabas a tu amiga sobre él, incluso en el centro comercial cuando estabas con él tu enojo era fingido, podía jurar que estabas más alegre de estar con él que con Shannon o conmigo. Eso fue lo que me detuvo Verónica—confesó con ternura. No me había dado cuenta de aquello y aunque lo hubiera hecho él era mi mejor amigo y sólo llegaríamos a ser eso, no podía ofrecerle más de lo que ya le estaba dando.
—Pero tú no…
—No hace falta decirlo y no espero que por eso cambien las cosas entre nosotros, te lo digo para que valores lo que ya tienes y no dejes que una discusión tan carente de sentido lo cambie y si ese tonto no se da cuenta, perdóname pero debería estar muerto entonces—besó mi mano y sorbió lentamente su café hasta terminarlo.
Ambos concluimos la bebida, él pagó y salimos rápidamente del pequeño local hasta llegar nuevamente al centro de patinaje.
—Por cierto no es necesario que renuncies, mi nombre sigue en la lista y no tengo pareja ¿Quieres ser mi pareja? —preguntó mientras entrábamos al recinto en caso de que yo aceptara.
Lo medité, si quería seguir patinando, pero él no estaba en las condiciones necesarias para hacer la rutina y por más fría que pudiera ser no le haría eso a mi amigo sin embargo ansiaba estar ahí para que, por lo menos por tres minutos, los ojos de los grandes entrenadores estuvieran en mí. Un pensamiento sumamente egoísta, me temo.
—No Marc, tú no estás en las condiciones apropiadas para hacerlo y no me aprovecharé de ello—finalicé, probablemente me terminaría arrepintiendo de ello pero no valía la pena arriesgar la salud de uno de mis amigos por conseguir el sueño que obviamente no estaba destinado para mí.
—Vamos, será entretenido además de que podremos hacer que nos vean Verónica, cuento contigo para hacer eso ¿sí? —suplicó mientras seguíamos hasta llegar a la oficina de la entrenadora.
—Muy bien, pero tu hablarás con ella—culminé y abrí la puerta para comenzar con todas las explicaciones que debería hacer para poder ser nuevamente la pareja de mi amigo.
La instructora nos dio una mirada gélida mientras tomábamos asiento frente a su escritorio, que por suerte nos separaba de nuestra posible asesina. Puso mala cara ante nuestra presencia; supongo que porque ella está consciente de que Marc no puede concursar así, no pude realizar una rutina si no me carga por lo menos una vez y por lo de su accidente supongo que no podrá.
— ¿Qué quieren? —pregunto de forma hostil la mujer que teníamos enfrente.
—Bueno nosotros venimos a pedir que nos deje entrar a las Estatales y antes de que diga algo le aviso que mi nombre aun está en esos documentos así que me falta pareja puesto que Matthew Conors ha tomado a la mía, sin embargo Verónica no quiere ser emparejada con él sino que conmigo—terminó mientras ella escudriñaba su rostro con la mirada y yo estaría igual si alguien se dirigiera de esa forma tan impertinente.
—Como guste joven Marc, yo pongo los nombres en el documento y listo, allá ustedes si quieren poner en riesgo su salud así que largo, no quiero volver a verlos por aquí con otro motivo que no sea el de practicar—barajeó sus documentos en el escritorio y se retiró dejándonos a solas para discutir nuestra decisión.
—Bien Marc supongo que ya está hecho, sólo nos falta practicar con la música para establecer la rutina, dársela a la entrenadora y venir a practicarla
— ¿Qué te parece si tú eliges la música y yo hago la rutina? —sugirió mientras se levantaba para abrir la puerta.
—No me parece buena idea, deberíamos practicar ambos toda la rutina para que no nos salgan mal las cosas, pero si no quieres…
—Claro que quiero—interrumpió
—Entonces trabajaremos así, yo tenía pensada alguna pista de audio que fueran sólo violines si fuese una muy rítmica me recordaría a Matt ya que con él iba a interpretar la de Smooth criminal pero ya no, quién sabe con quién la interpretaría ahora—fruncí el seño y volví a mi momento, no quería arruinar ahora mi amistad con Marc pensando en lo que otras personas me hicieron.
—Como quieras—salimos y nos fuimos directo a la pista, ninguno de los dos llevaba patines por el momento, pero ya mañana nos daríamos el tiempo de ponernos a entrenar. Al descender poco a poco los escalones para entrar en contacto con la gruesa capa de hielo alcé la mirada y vi a Matthew patinando con una mujer esbelta y grácil. Tenía cuerpo de bailarina de ballet y la gracia de la misma. ¿Cómo podía ser tan descarado como para botarme así?
Trataba de ignorarlos mientras planeaba todo con Marc, escuchaba ciertos movimientos que me decía y yo no hacía mas que asentir con la cabeza sin la menor idea de lo que me había dicho. AL parecer él se dio cuenta hasta cierto punto en el que era más que evidente el hecho de que yo estaba pendiente de aquellos dos.
—Hey Verónica, podríamos saltar desde las gradas hasta la pista ¿qué te parece?
—Muy bien, podríamos hacerlo…
— ¡No me estás haciendo caso! —espetó logrando así que despertara de mi ensoñación—acabo de hablarte y tu ni en cuenta Verónica, deja de ver a esos dos o pensarán que queremos copiarles, debería valerte muy poco lo que él haga con esa muchacha—dijo mientras él observaba a la feliz pareja en la pista—. Aunque a juzgar por cómo se miran te puedo decir que Matthew ya tiene los ojos bien puestos en ella.
—Como bien has dicho Marc me vale muy poco ¿podemos irnos ya?, mañana tenemos que regresar a practicar para poder estar a la altura de todos para las estatales—me puse de pie de inmediato y me dirigí hacia la salida de la pista, no pude reprimir el impulso de observar por última vez a Matthew y cuando giré él tenía sus labios sobre los de ella mientras ambos danzaban en la pista. Literalmente salí huyendo del recinto mientras Marc me seguía en plena carrera.
— ¡Detente Verónica! —gritó y me paré en seco al ver que un auto casi lograba arrollarme mientras yo gritaba.
— ¿Se encuentran todos bien? —salió preguntando Matthew Conors con su pareja, la bonita bailarina.
—A ti que te importa, lárgate a besar a todas las chicas que encuentres dentro. Marc ¿nos vamos? —pregunté ignorando por completo la presencia de la otra pareja.
—Claro vero, vámonos—lo cogí del brazo y caminamos rumbo a mi casa.
Probablemente esa fue la cosa más infantil que pude haber hecho pero no tenía de otra, era eso o lanzarme hacia la chica que estaba con Metthew para golpearla contra el hielo seco y así ofrecer otro espectáculo que le diera alguna razón más a la entrenadora para correrme y no quería arriesgarme a que eso pasara.
Caminamos lentamente hasta que el frío se fue ocupando poco a poco de quitarme ese ánimo deplorable y de poner un poco de ánimo en mi día.
—Que duras palabras para Matt—murmuró Marc—, lo has dejado con todas las palabras en la boca Verónica, creí por un momento que me golpearía por atreverme a irme contigo pero se ha detenido, me impresionas—sonrió con satisfacción mientras cruzábamos el nudo de calles y tráfico que me separaban del fraccionamiento.
Llegamos hasta el portón y una chica se encontraba vigilando en el interior, el cabello era corto pero tenía la espalda de Shannon sólo que ella tenía el cabello largo, probablemente era alguna de sus primas que estaba de visita en las vacaciones o quizá simplemente una extraña que vino a ver a alguien.
—Shannon ¿a quién buscas? —preguntó Marc mientras caminaba hacia la chica.
¿Shannon? Si apenas ayer tenía el cabello normal, incluso estoy segura de que esta mañana despertó con el cabello todavía en su tamaño original. ¿Qué le habrá pasado como para cambiar de look tan radicalmente?
—Oh, hola Marc—se acercó a él y le dio un beso en la mejilla, por lo menos ellos ya estaban avanzando—. Hola Verónica, a ti te vine a ver—me tomó del brazo y giró a ver a Marc—, te la quito unos segundos y ya volvemos—tiró de mi para sacarme de la carretera e ir hacia otro lugar del que yo desconocía.
El paisaje era hermoso, los árboles variaban de tamaños y formas, algunas casas que estaban ahí eran muy grandes, casi tan grandes como mi casa con unas hermosas fachadas y techos llenos de nieve que esperaba a ser removida, los autos no transitaban mucho por ahí, sin embargo habían muchas personas paseando a sus mascotas o haciendo las compras, después de todo ya pronto sería el momento de que “Santa Claus” hiciese su aparición en cada casa y todos deberíamos salir por juguetes, incluso yo por parte del Centro de Patinaje de Austin tengo que cooperar con dos o tres juguetes para las comunidades de inmigrantes en esta zona que no reciben regalos en una época tan especial.
— ¿En qué piensas? —preguntó Shan mientras nos deteníamos en las bancas de un parque.
—En los regalos que esta vez compraré para los niños, no estoy segura de querer ir ahora por algunos, la próxima semana iremos a dejarlos y entonces tendré que volver a vivir la misma pesadilla—suspiré.
— ¿De qué hablas?
—Sí, justo hoy vi a Matthew besándose con su nueva pareja después de que horas antes me dijeran un par de chicas que lo habían viso besándose con Chelsea—agité mis manos en el aire mientras le explicaba la situación a Shannon—. Pero eso no importa por el momento…dime ¿por qué te cortaste el cabello?
—En primer lugar creo que seré yo quien golpee a ese desgraciado y en segundo el cambio fue porque un estúpido niñito pasó corriendo y me embarró con goma de mascar así que no tuve otra opción mas que recortarlo para que no tuviera esa plasta de chicle y baba colgando de mi hermoso cabello—dijo con tristeza mientras se ponía cómoda en la banca.
Nos quedamos admirando el lugar, saludando a algunos conocidos que pasaban por ahí y criticando de vez en cuando la ropa de las chicas que pasaban enfrente de nosotras. En un momento de descuido giré para observar a la pareja que había pasado detrás de nosotros y pude ver por el rabillo del ojo a Matthew de la mano de la chic que habíamos visto Marc y yo en la pista con él.
—Dime Shannon ¿ese es Matt? —pregunté mientras me hacía un ovillo sobre la banca para que él no pudiera reconocerme y así pudiese seguir de incógnita vigilándolos de cerca.
—Me parece que sí, ¿quieres verlos? —y con ese comentario supe por fin que todo estaba perdonado y que podría regresar a la normalidad mi amistad con Shannon.
Nos acercamos sigilosamente al área de los columpios donde ambos se encontraban y comenzamos con el espionaje, una hazaña así necesitaba medidas drásticas como trepar árboles o correr detrás de las personas para que pensaran que éramos otra persona más ahí y no levantara sospechas. Todo iba bien hasta que me encontré con Nick doblando una esquina del caminito empedrado y se topó conmigo.
— ¿Verónica? —Preguntó mientras me tomaba de los hombros—, hace semanas que no te veo, había pasado un par de veces por la pista pero me dijeron que ya no entrenabas ahí—desvió su mirada hacia donde yo estaba observando, no tuve otra opción mas que empujarlo a un lado y correr porque Matthew ya se estaba acercando a nosotros.
Salí disparada mientras escuchaba los pasos de Matt tan cerca, giraba para todos lados en busca de Shannon para decirle que corriera y saliera de aquí para que no la encontraran pero nunca la vi hasta que llegue a una cafetería que estaba dentro del parque y entonces alguien me jaló al rincón entre los árboles y la tienda y me detuve dándome un golpe contra la ‘persona que me había jalado.
—Niña, deja en paz al señor Matthew Conors—me dijo una voz femenina mientras yo apartaba a la chica de un empujón. Pude verla por fin después de sacudir mi cabeza para poner en orden mis ideas y pensamientos.
— ¿De qué hablas? , yo no estoy molestando a nadie—era ella, la mujer que estaba con Matt aquí y en la pista de patinaje y ahora me estaba reclamando.
—Claro que sí, te vi en la pista con aquel chico, estabas viéndonos entonces y ahora estás espiándonos ¿cuál es tu problema? —me empujó hacia afuera y de inmediato se lanzó para tomarme por el cabello.
¿Qué le sucedía a esta tipa? ¿Tan poca confianza tenía en ella que quería golpearme para que dejara a Matt? Pero se ha metido con la persona equivocada.
De inmediato subí de golpe mi cabeza son importar lo que me pasaría y mi cabeza impactó contra la mandíbula de aquella chica, era más que evidente que me saldría un chipote de ahí pero no me importó, aproveché que ella revisaba su nariz y la empujé contra los árboles, ella fue lo suficientemente rápida como para tirarme del cabello para que me callera con ella y se colocó sobre mí para sacudir mi cabeza contra el suelo, estuve a punto de soltar un puñetazo a su lindo rostro si no es que alguien la jala de los hombros y quien recibe el golpe en la mandíbula es Matthew Conors.
—Maldita sea Verónica ¿acaso haces boxeo por las mañanas? —se quejó mientras sobaba su maxilar  se limpiaba una gota de sangre que había deslizado desde su labio hasta la barbilla.
—Eso no es de tu incumbencia Matthew pero el que vengas a interrumpir una pelea que obviamente yo ganaría…
— Por favor parecían dos vagabundas peleando por comida, ¡ya basta las dos! —espetó mientras empujaba a su nueva pareja para hacerla a un lado y agacharse a donde yo estaba— ¿Te encuentras bien? Perdónala cree que somos novios y es muy celosa—argumentó mientras me ayudaba a ponerme de pie.
—Vete a ayudar a tu no-novia-pero-la-sigo-besando, creo que espera tu atención—jalé mi mano de vuelta a mi costado y continué mi camino.
Me hubiese gustado decir “no me pasó nada” pero la verdad era otra, la cabeza me punzaba y probablemente tendría severas consecuencias todo esto pero o que más me dolía era el hecho de que alguien como ella pudo vencerme si yo había tomado clases de defensa personal el año pasado.
Troté con la intención de buscar a Shan para contarle lo sucedido, pero al verla corriendo en el camino de al lado con una cara de angustia sabía que ya lo había escuchado, eso o lo había visto.
Giró a verme y entonces se acercó corriendo aun más rápido.
— ¿Qué te pasa? —Gritó mientras me abrazaba—creía que eras buena dando golpes, no le quebraste ni una uña a la pobre.
—Lo sé, pero mínimo pude golpear a Matthew.
—Pero da lo mismo, creí que terminaría con esa linda cara desfigurada además ¿por qué la golpeaste?
—Yo no la golpeé, fue ella quien inició todo y es fue porque creyó que yo los estaba espiando.
—Pero si sí lo estábamos haciendo—reímos.
—Sí, pero obviamente no iba a decirle que sí, tenía que mantenerme en pie con ese “no” además de que eso me dejará secuelas, eso te lo puedo asegurar, mientras acompáñame a una farmacia aquí cerca, debo comprar algún analgésico porque me cargo un horrendo dolor de cabeza.
—Amiga te está saliendo sangre de la cabeza—dijo asustada mientras sacaba papel para colocarlo en la parte que estaba sangrando.
— ¿Es mucha? —pregunté esta vez más asustada, maldita chica, si salía bien de esta tal vez el día de mañana sería ella la que tuviera la cabeza rota.
Salimos corriendo a la farmacia por unas vendas, pomadas, analgésicos, agua oxigenada y otras cosas para ver que podíamos hacer. Mientras seleccionábamos de los mostradores lo que queríamos mi amiga aprovechaba el tiempo buscando algún remedio en internet. Fuimos directo a pagar a la caja y entonces vimos cómo Matt estaba comprando hielo seco en aerosol y se lo rociaba a su “amiga” en la espalda. Entonces giró para coger otra botella y me observó, vio todas las cosas que el señor que estaba atendiendo introducía en la bolsa y no dudó en detenerme del brazo mientras le decía algo a la chica que me había golpeado para que se fuera.
Ella sólo me dio una mirada llena de rabia, cogió las botellas que estaban en una bolsa y salió de ahí.
— ¿Qué te pasó? —preguntó preocupado.
—Eso no te importa, de todas formas odio tu tan falsa preocupación por mí—también yo tomé mi bolsa y salí lo más rápido que pude de la mano de Shannon para poder irme directo a casa.
—Verónica es enserio…tu cabeza, por Dios Verónica, tu cabeza está sangrando—me detuvo de un tirón y sacó papel de su bolsillo para volver a limpiar la sangre.
—Shannon, dijiste que no era mucha—susurré poniéndome tiesa.
—No quería preocuparte.
—Considérate muerta—amenacé y ella caminó más de prisa para estar justo delante d de los dos.
—Si eso es lo que piensas Verónica quédate u sola y arréglate la maldita cabeza, a ver qué haces—me guiñó el ojo y salió corriendo dejándome ahí parada aferrada con mi bolsa.
¿A qué venía todo esto? Ni siquiera la ofendí como para que saliera con esas visiones. Ya iría a reclamarle después de todo esto.
Seguí caminando con mi acompañante igualándome el ritmo, de todas formas no podría verme esa parte de la cabeza en el espejo y necesitaría ayuda de alguien para que me pusiera el vendaje antes de que mi madre regresara a casa y entonces viera el mal estado en el que me encontraba ya que supuestamente sólo fui a ver a la instructora.
Llegamos y abrí la puerta para que él entrara, ambos nos tumbamos en el sillón que estaba en la sala sin decir palara alguna, de todas formas yo ya no tenía nada qué decirle y supongo que él no tenía tampoco algo que explicarme.
Por fin él se levantó y fue a mi refrigerador en busca de hielo para después poner la bolsa sobre mi cabeza.
—Sería más efectivo si primero me pusiera la venda—murmuré mientras sacaba las cosas de la bolsa. Proseguí a ponerme el vendaje y entonces él por fin puso la bolsa de hielos.
—No tenías tanta sangre pero vaya que se notaba ¿exactamente qué sucedió con ustedes? porque cuando por fin llegué a separarlas ya había pasado todo el drama.
—Básicamente ella empezó a golpearme pero tú no me dejaste continuar y no sabes cuán molesta estoy contigo por eso y por otras cosas—me quedé callada antes de decir lo que realmente estaba pensando.
—Vamos, dilo—insistió mientras yo me ponía cada vez más roja.
—No diré nada más, eso era todo lo que iba a decir y punto.
— ¿Entonces por qué te pones roja?
—Ya basta ¿sí? Quizá me molestó el hecho de que estuvieras con esa chica ahí…besándote, o quizá fue el hecho de que inmediatamente después de que peleamos fuiste a que Chelsea te consolara, o bien pudo ser el hecho de que no eres capaz de mantener una relación con alguien, aun que ese alguien sea el amor de tu vida—terminé con las lágrimas ya cayendo de mis ojos.
Sonaba patético, lo sé, pero él no me detuvo, al contrario me incitó a que siguiera hablando hasta que sólo balbuceaba porque ya nada me parecía coherente entonces y no tenía sentido nada en mi mente. Seguimos así, hasta que él me calmó por completo esperando a que me callara y soportando todas las tonterías que comencé a decir después de mi estúpida confesión.
—Verónica ¿Estás diciendo que eres el amor de mi vida? —enarcó una ceja mientras yo me limpiaba con un pañuelo las lágrimas que no terminaron de escapa.
—A estas alturas ya no sé ni que es lo que te estoy diciendo, pero no, no creo que yo sea el amor de tu vida—continué diciendo mientras pasaban cientos de ideas por mi cabeza.
— ¿Me darías otra oportunidad para averiguarlo? —estuve a punto de ceder, podía haber dicho que sí pero entonces me vería dentro de un par de días sola en el parque mientras él se iba detrás de otra.
—No, no te daré una nueva oportunidad—concluí con la cabeza gacha, después de todo por fin pude escucharme y hacerme caso, no actuaría instintivamente de nuevo; ya me había pasado esto una vez, pero ahora, justo cuando más me importaba alguien, va y lo echa a perder, ya no dejaría que alguien se aprovechara de mí nuevamente.

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