Fue un error- Corazón de hielo

FUE UN ERROR

Me separé de él mientras aún sentía ese cosquilleo en los labios. Él me observaba sonriente mientras seguía sosteniéndome de la cintura.
— ¿Y? ¿cómo estuvo? —me preguntó mientras bajaba la cabeza para besar mi frente
—No lo sé, no he recibido tantos antes como para tener un parámetro, pero supongo que fue bueno—me encogí de hombros y retrocedí un par de pasos. Caminé para poder ir dentro del Starbucks nuevamente y para concluir mi supuesta salida con Nick.
Al entrar el aroma a café recién preparado inundó el ambiente al tiempo que la máquina de expresos expedía aquel humo tan característico de esas máquinas.
—Verónica—se aproximó diciendo Nick— ¿Te ha hecho algo malo? —preguntó mientras le dirigía una mirada asesina a Matt, quien estaba esperando cerca del mostrador.
—Para nada Nick, fue un gusto salir contigo pero debo terminar de arreglar asuntos para la competencia con él—señalé a Matthew Conors que ya estaba comenzando a poner cara de desesperación—. Debo ganar estas competencias Nick, tú mejor que nadie debe comprender lo importante que son las Estatales.
—Como digas Vero, mañana iré de nuevo a verte—dijo a modo de promesa y fue directo a la caja para pagar la factura de nuestras bebidas.
En cuanto Matthew se percató de la ausencia de Nick por fin se acercó a mí y me obligó a sentarme en una sillita para que charláramos sobre la competencia y suponía yo, sobre lo que estaba pasando entre los dos.
—Oye, ya llevamos un día desperdiciado y gracias a eso nos hemos quedado sin pista para entrenar, a mí no me importa realmente la competencia pero veo que es vital para ti patear el pálido trasero de Chelsea—aseveró mientras ordenaba un cappuccino late a la señorita que nos atendía.
—No es vital, es más bien por el simple hecho de decirle ¡en tu cara Chels, he ganado algo que no tendrás!, esa satisfacción no cualquiera la tiene—sonrió mientras escuchaba mi discurso e por qué ganarle a Chelsea.
—Dios, no puedo creer que alguien tan sensible como tú sea toda señora crueldad—esta vez fue mi turno de reír, hacía años que alguien no me echaba en cara el hecho de que me gustara a veces hacer sufrir a los demás.
Interrumpieron nuestra animada charla para llevar el cappuccino hasta la mesa y para que él le diera una rápida mirada a la chica que atendí. Traté de ignorar ese gesto y tragarme mi enojo por un momento, por lo menos hasta que él me diera una razón para sacar a relucir todo.
—Decías que ya tenías un lugar para entrenar ¿dónde se encuentra?
—Te dije que es el lago del parque, generalmente en esta temporada de invierno se congela y la hacen una pista abierta al público, creo que sería bueno ir temprano para no toparnos con más personas por ahí.
—Sigo en mis últimos días de clases y me temo que no podré practicar en la mañana o mi madre me matará si bajo aunque sea una milésima mi perfecta boleta de calificaciones—excusé mientras sorbía un poco de la bebida de Matt.
—Como quieras, yo si puedo inventarme una rutina temprano, ¿te parece si por las tardes te la explico aunque sea en casa para que aprendas a llevar los tiempos? —asentí con la cabeza mientras esculcaba en mi maleta para hallar el CD con la música que interpretaríamos—. ¿Ya elegiste la canción?
—No, se supone que lo haría con Marc pero el está grave y no creo que sea bueno ir a verlo solo para preguntar cuál canción le parece mejor—contesté mientras en mi mente pasaban varias melodías perfectas que quisiera interpretar con él.
—Bueno, ya las escucharé y te avisaré cuál es la que mejor se acomoda a nuestros ritmos y discutiremos cual es la que tu prefieres.
—Sin duda una un poco rítmica, estaba pensando en la melodía de smooth criminal de Michael Jackson, creo que tiene un buen ritmo como para hacer varias piruetas, pero de todas formas checa y me avisas. Yo debo ir a mi casa a terminar los deberes—me levanté de la mesa y me despedí amablemente de él, no me atrevería a despedirme de beso de él y mucho menos después del dulce beso que me había propinado afuera del Starbucks
Tenía planeado pasar mañana a ver a Marc, pero como ya eran mis últimos exámenes debía aprovechar el poco tiempo que tenía para estudiar y Marc debería quedar por un momento fuera de mi vista para no distraerme.
Seguí con mi camino hacia la casa para poder ponerme a fregar los trastes que seguramente hoy harían una montaña enorme de suciedad y me estarían esperando en el fregadero o quizá mamá había dejado fuera el jabón para el lavavajillas. Llegué hasta casa y esta vez la clave no falló, abrí con tranquilidad y las luces estaban encendidas.
— ¡Mamá! —grité al tiempo que guardaba mi abrigo dentro del closet debajo de las escaleras— ¡Ya llegué! —grité nuevamente y subí a revisar el segundo piso  para saber si las luces también estaban encendidas, y en efecto, toda la planta también estaba encendida— ¡Mamá! —insistí sin obtener ninguna respuesta.
Unos pasos se escuchaban en la planta de arriba y subí con todo el miedo del universo a averiguar quién se había metido a mi casa. Con el antecedente de los Gregor ya no me fiaría de nadie y menos de alguien que también está en la mía.
Caminé por la cocina hasta llegar al mueble donde estaban las ollas y sartenes, cogí la olla más grande que encontré para usarla como arma en caso de que fuera un ladrón. Me aproximé a las escaleras de la tercer planta y alguien se abalanzó sobre mí haciendo que la olla rodara de regreso a la cocina.
—Oh Mamá eres tú—suspiré con alivió—, creí que me asesinarían ahora mismo—murmuré mientras me levantaba y ella se bajaba de mí.
—Lo siento pero creí que eras un ladrón así que subí hasta acá—dijo destornillada de la risa.
Ambas iniciamos con la risa, ¿cómo podía una persona lanzarse así de las escaleras?, sólo mi madre. Seguimos hincadas en el suelo hasta que el estómago comenzaba a dolernos de tanto reír y tuvimos que dejar el cómodo piso para seguir con nuestras actividades, fui directo a la cocina para ponerme a fregar trastes pero por fin hubo una sorpresa agradable, todos los trastes estaban limpios y ordenados.
—Fui a recogerte hoy al recinto—inició mamá mientras se ponía recta con una mano en la cintura—. No estabas, la instructora me dijo que te corrió de clase por pelearte con tu pareja, también me dijo que él y tú no tendrán derecho de ocupar la pista.
—Bueno yo…sí, me peleé con él, pero él es tan culpable como yo…
— ¡El es mucho más grande que tú! ¿Cómo te pudiste pelear con alguien tan mayor? —preguntó mientras se sentaba en uno de los bancos que estaban sobre la mesa donde preparábamos la comida.
—No lo sé, sólo pasó y ya, no quiero hablar de esto.
—Entonces tendré que sacarte de las prácticas.
— ¡Pero mamá! —comencé a protestar, por nada del mundo permitiría que me quitaran aquello para lo que era talentosa y aquello que amaba.
—Pero nada, mañana mismo pediré permiso en el trabajo y me iré a hablar con la entrenadora, no puedo permitir que una pelea influya en tus calificaciones, además en una semana ya me darán tu boleta de calificaciones y veré entonces lo tan buen estudiante que eres—sonrió amargamente hacia mí, le dolía tanto que yo bajara en mi promedio.
—Sigo igual mamá y por favor déjame arreglar este malentendido y entonces podrás sacarme, déjame estar en las estatales y si quieres yo misma me retiraré del patinaje—estaba hablando enserio a estas alturas de la conversación, sólo quería demostrarme que era mejor que Chelsea, que el tener a Matthew Conors de pareja no me facilitaría las cosas contra ella, era más por un reto personal que por fama o por el simple hecho de decirle algún día “te vencí en las estatales”.
—Los has dicho ya Verónica, te quiero fuera del patinaje después de las estatales—se levantó con furia de la mesa y abandonó la cocina yéndose hacia la planta baja y dejándome sola ahí con mis conflictos internos. Subí corriendo hacia mi habitación para poder llorar tranquilamente, si me hubieran dicho hace un mes que yo misma renunciaría al patinaje no lo habría creído pero ahora todo era tan real e increíble.
Me puse la pijama y me solté a llorar a moco tendido sobre la cama sin emitir sonido alguno. Mi día había sido perfecto desde que di el siguiente paso con Matthew o por lo menos pensaba dar un paso más después de lo que había sucedido en el Starbucks.
Comencé a quedarme adormecida cuando el móvil sonó sacándome de mi somnolencia y obligándome a poner un pie fuera de cama para ir por él.
— ¿Bueno?, más te vale que valga la pena o mañana amanecerás muerto quien quiera que seas—dije entre murmuro y balbuceo.
—Vero por fin te encuentro, te estuve marcando todo el día y no contestabas—indicó la voz chillona y llena de reproche de Shannon.
—Perdona, estaba arreglando un asunto para mi rutina y para ser sincera tampoco tengo muchas ganas de hablarte ahora—volví a balbucear.
—Me importa muy poco, acabo de regresar a mi casa después de una larga tarde con Marc y no está mejor pero se siente bien, te manda saludos y quiere elegir mañana la música para que patines.
—Pero ya la eligió Matt.
—Eso díselo a él, yo no tengo nada que ver con su patinaje pero por cierto mañana tenemos que ir a verlo, no soporto más verlo en la cama del hospital con el pie y el brazo vendados.
— ¿Cuándo piensas decírselo? —pregunté poniendo los ojos en blanco. Mi amiga se desvivía por Marc y el torpe ni cuenta se daba, no se daría cuenta ni aunque le mandara un mensaje diciéndoselo.
—El día en que tú se lo digas a Metthew Conors—y con ese argumento me calló mientras pensaba en qué decirle.
—Para empezar él y yo sólo somos pareja patinando, ni yo quiero algo más con él ni él algo más conmigo.
—Claro, y por eso se besaron fuera del Starbucks.
—Claro que no… ¡oye! ¿Quién te dijo eso?
—Deberías decirle a Nick que mantenga la boca más cerrada—dijo entre risitas tontas que poco a poco me fue contagiando—. Pero bueno cuéntame, ¿cómo estuvo eso de que pelearon y luego la reconciliación?
—No peleamos así de llegar a los golpes, fue un asunto de palabras pero lo pudimos solucionar.
—Espera un momento, te has saltado en la parte de “y Matthew me besó” —dijo y la pude imaginar sonriendo de manera tonta e infantil frente al móvil.
—Está bien, está bien. Ambos estábamos en plena discusión y entonces no se cómo nos desviamos del tema y me besó  ¿Ya estás feliz? —pregunté fingiendo molestia.
— ¿Entonces ya son novios? ¿Puedo ir presumiendo ante el mundo que mi mejor amiga está saliendo con uno de los mejores patinadores de todo Estados Unidos?
— He ahí el problema, él y yo no somos nada y bueno, no lo pienso ser por el momento. Debo fijarme como objetivo único ganar las estatales y después lo de mi salida.
— ¿Cómo? —preguntó Shan en medio de un atragantamiento sorpresivo— ¿Cómo que tu salida?
—Le prometí a mi mamá que me retiraría del patinaje después de las estatales, pasara lo que pasara.
Ambas nos quedamos en silencio. Ella comprendía perfectamente como me sentía pues a Shannon también le habían hecho lo mismo pero con la pintura y sus dibujos. La tuve que ayudar a superar la pérdida de su escuela para pintores y a inscribirse en el mismo colegio normal que yo, obviamente ella tomó como optativa artes plásticas mientras que yo tomé el patinaje.
—De verdad lo lamento Vero, espero que tu mama se dé cuenta de que eres buena en eso, te aseguro que ahí está tu triunfo Verónica, no dejes tus sueños—musitó mi amiga con completa convicción.
—No quiero pensar en eso, de verdad que me centraré por completo en las estatales y después verá el destino lo que pasará aunque yo me oponga me temo que se lo prometí—solté un suspiro mientras le colgaba a mi amiga.
Me puse a llorar en silencio contra el colchón y e enorme edredón de copos de nieve. Quizá pude superar la pérdida de mi padre pero ahora también perdería la única cosa en la que realmente me destaco y lo que disfruto y yo sola me lo quitaría.
No pude dormir en toda la noche y mis ojeras eran la prueba fehaciente de lo mucho que me afectó esa decisión, me levante mucho antes de que el despertador sonara y me puse el uniforme sin ningún inconveniente, bajé y me preparé una taza de café instantáneo en el microondas. No tenía ganas de ir a la escuela pues el sueño ya me estaba derrumbando y justo hoy tenía examen de matemáticas para terminar de arruinar mi día.
Esperé en la mesa medio dormida hasta que mi mamá se despertó para preparar el desayuno que yo ya me había anticipado a comer.
— ¿Hace cuanto tiempo estás despierta? —interrogó mi mamá angustiada al ver las ojeras que adornaban mis ojos.
—No lo sé, creo que todo el día—sonreí con amargura mientras trataba de levantarme pero fallaba en el intento.
—Ni creas que faltarás hoy a tus exámenes, ya solo te faltan dos días más y listo, habrás terminado el bachillerato para entrar a la universidad—dijo llena de orgullo. Adoraba alardear con las demás compañeras de su trabajo sobre mis dotes en el patinaje y mi gran capacidad para llevar el deporte con el estudio.
—No dije nunca eso, ahora saldré a dar una vuelta por el fraccionamiento para despertarme, no quiero dormir en el examen—y era verdad, no quería ponerme a soñar y reprobar el examen, debía aguantar por lo menos esa clase para poder hacer el examen.
Después de una larga caminata de media hora que trascurrió lentamente entre saludos de los vecinos y miradas de desdén de las otras chicas que vivían cerca. AL regresar a asa la camioneta ya estaba lista para llevarme a la escuela.
—Ya he subido al asiento tu mochila, si te pasa algo por favor me marcas a la oficina—musitó mientras nos dirigíamos a la escuela.
El tranquilo transcurso del recorrido, los cómodos asientos y los movimientos del auto cuando llegábamos a un tope me fueron arrullando hasta casi quedar dormida. La bocina del auto pitó y me sobresalté, por mi bien me quedaría despierta hasta terminar de contestar ese examen para poder irme a dormir en clases.
Entré arrastrando mi mochila y los pies y aun sin energía me dejé caer en el asiento. Pasaron las tres clases aburridas antes de matemáticas en las cuales me había llevado una buena riña con mis profesores porque estaba durmiendo en clase.
—Verónica ya no te duermas, es e examen—susurró Shannon antes de que entrara la profesora con una enorme bolsa de hojas donde seguramente estaban los cuestionarios que nos darían la libertad escolar.
La profesora comenzó a pasar las hojas por todas partes hasta que cada quien tuvo un juego completo de ellas. Giré las hojas que estaban bocabajo y comencé a leer los problemas. Las letras se volvían borrosas cuando me esforzaba más en enfocarlas, las operaciones me parecían incoherentes y los resultados no se acercaban ni en lo más mínimo a los que estaban como opción a, b, c o d. Los párpados me pesaban y por más que trataba de resolver rápido las cosas me era imposible, esos malditos problemas me debían salir a como dé lugar.
Me quedé dormida sobre la paleta de mi banca y con el examen contestado a medias, algunos resultados si me habían salid pero los otros no se les acercaban. Desperté acostada en la enfermería y cubierta con una sábana blanca, me destapé y lo primero que vi fue a Shannon sentada frente a mí con el rastro de unas lágrimas en sus mejillas. Tardó un par de minutos en darse cuenta de que ya estaba despierta.
—Oh Verónica me has pegado un buen susto—dijo entre sollozos—. Le hablé a tu mamá para que viniera, estuve incluso a punto de salir a pedir el teléfono de Matthew, estaba desesperada—su tono tomó fuerza y fue entonces cuando supe que ya se encontraba estable y sólo necesitaba desahogar su preocupación.
—Estoy bien y gracias por avisarle a mi mamá, te debo una y grande, ¿La profesora se ha molestado?
—Como no tienes idea, creo que reprobarás esta evaluación pero sacarás un siete u ocho por tus tareas y participaciones en clase, no te alteres tanto.
No pude responder porque sabía bien que mi madre no toleraría esa calificación “tan baja” ¿y ahora cómo se lo explicaría? —mamá me quedé dormida y por eso sacaré un ocho—no, eso no sonaba nada bien, demonios la verdad nunca sonaba nada bien. Me hice un ovillo en la colchoneta donde estaba recostada y me puse a divagar nuevamente mientras mis ojos se cerraban lentamente, quizá si me quedaba dormida no le tendría que explicar nada a mamá y al despertar todavía me esperaría el examen y mi perfecta calificación de diez. Tal vez cuando abriera los ojos estaría patinando y ganando las estatales.
Y quedé nuevamente dormida y sumergida en mis sueños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario