Hasta nunca- Corazón de hielo

HASTA NUNCA

Matthew no tardó mucho en irse y ni siquiera hizo el intento de cambiar mi respuesta, al parecer lo había ofendido pues no tuvo el valor de despedirse. Sinceramente no me importaba, por el momento sólo debía descansar hasta que la inflamación de la cabeza se bajara y la herida no se notara tanto, después de todo debería sujetar mi cabello en una especie de chongo para que no viera esa abertura que delatara lo que había estado haciendo.
Saqué más hielos del congelador y los vacié en una bolsa, la puse sobre mi cabeza y continué caminando de un lado a otro por mi habitación. No tenía ganas de quedarme ahí dentro esperando a que mi mamá regresara, eso no era normal en mí.
Cogí el teléfono de la casa y le marqué a Shannon para que fuera a verme a casa, de todas formas me debía una explicación por los gritos sin sentido que me dio afuera de la farmacia, además de que me encontraba en la forzosa obligación de contarle lo que me había pasado con Matthew Conors.
Marqué los números que me sabía de memoria y el tono del celular de mi amiga se escuchó justo detrás de la puerta, no me extrañaba que ella estuviera ahí. Desde hace años que parecemos radares que sólo funcionan con la otra, cuando yo la necesitaba ¡voila! Ella estaba afuera de m casa y viceversa.
Abrí la puerta y de repente entró como una ráfaga de viento sin pedir permiso, nuevamente tomó su asiento en el sillón y subió sus pies sin quitarse los zapatos para poder llenar de tierra los cojines y tener un pretexto para verme sacudir nuevamente la casa mientras ella se burlaba. «Pero lo soportaré sólo por la bofetada que le acomodé» me recordé mientras sacaba la escobetilla para sacudir mis cojines.
—Hola Vero, vine a ver qué tal te fue en tu momento a solas con Matthew—musitó al ver que yo no hablaba.
—No pasó nada importante realmente, lo normal. Vino, me vendó la cabeza, colocó hielo sobre la herida, lo que todo hombre haría con su chica ideal—dije con sarcasmo mientras acomodaba los cojines que ella había desordenado.
—Que chistosa Verónica, pero es en serio ¿acaso no sirvió de nada tanto esfuerzo?
— ¿De qué hablas?
—Es obvio que te grité porque quería dejarlos a solas para que se arreglaran, quiero que ustedes dos solucionen eso para que por fin puedan ser novios sin que alguien se ponga entre ustedes porque ya…
—Shannon—interrumpí.
—Ya estuve reflexionando todo esto…
— ¡Shannon!—espeté hasta que por fin se quedó callada—. Funcionó tu plan pero no, mi respuesta fue no.
— ¿Por qué hiciste eso?
—Porque me traicionó una vez con Chelsea y otra con esa estúpida chica, no confío en él y por lo tanto no puedo estar en una relación con él.
— ¿Por qué dices que no?, si esa fuera mi situación con Marc claro que lo aceptaría porque lo amo—al terminar de decir la frase alguien tocó la puerta y tuve que levantarme de mi comodidad para ir a ver.
Probablemente de haber reaccionado más rápido hubiera huido escaleras arriba con Shannon para no morir de vergüenza frente a mi mejor amigo.
—Ho…hola—titubeé debatiéndome en si dejarlo pasar o entretenerlo hasta que todo acabara y hablar de lo que posiblemente pudo haber escuchado.
— ¿Me vas a invitar a pasar? —intervino Marc mientras trataba de introducir la cabeza por la rendija que estaba entre mi puerta y mi brazo.
—Adelante—abrí la puerta y él entró de inmediato—.Bueno yo…creo que debo ir por una gaseosa, enseguida vuelvo y si quieren algo cójanlo del refrigerador.
Huí sin dinero, debía dejarlos solos para que hablaran y no sentirme culpable por si veía a mi amiga llorando, después quizá podría verla a la cara para decirle “el chico que te gusta estaba enamorado de mí” descendí de la acera para cruzar la calle cuando me di en la cara con algo.
—Perdone—dije de inmediato creyendo que se había tratado de una persona pero al alzar la vista me llevo la imagen de un poste que salía justo enfrente de mí.
— ¿Por qué le pides disculpas a ese semáforo? —preguntó una voz familiar, la voz de Matthew Conors.
—Creí que era una persona—me encogí de hombros y me dispuse a cruzar la calle.
Seguí caminando mientras pensaba a dónde más podía ir para matar el tiempo y regresar lo más tarde posible. Obviamente antes que mamá pero después de darle a mis amigos todo el tiempo posible para arreglar sus problemas.
Llegué hasta la parada de autobuses y me detuve a sentarme en la banca, tenía ganas de quedarme ahí a descansar hasta que quedara con los ojos totalmente cerrados para poder sumergirme en mis sueños, donde todo era perfecto y la vida complicada que ahora llevaba no representara ningún problema en absoluto.
—A veces también nosotros necesitamos relajarnos, aunque los demás piensen que el patinar es relajante—dijo nuevamente Matthew mientras se sentaba a un lado mío.
—Creí que había dejado muy claro el hecho de que no quería nada contigo—declaré mientras me recostaba en el respaldo de la banca y cerraba los ojos.
—Fuiste demasiado clara, créeme. Pero no vengo por eso, quiero que me digas si quieres volver a hacer la rutina conmigo—me atraganté con mi propia saliva y tuve que toser para recuperar la respiración.
—Lo siento Matt pero ya tengo pareja—pude ver cómo sus ojos se tornaban de relajados a completamente molestos.
— ¿Se puede saber quién será la víctima ahora? —aun irritado conservaba ese humor tan pesado.
—Marc, él me propuso ser su pareja y por supuesto que acepté—dije mientras me enderezaba y volteaba a verlo—. Además—agregué—tu también ya tienes una pareja, no comprendo por qué quieres patinar con alguien más.
—Porque no la quiero a ella, te quiero a ti…
—Supongo que esto no es sobre el patinaje ¿cierto? —después de todo la salida no sólo permitiría que mis amigos arreglaran sus problemas, yo también arreglaría los míos.
—No precisamente Verónica—intentó tomar una de mis manos pero fui más rápida que él—Oh, vamos Verónica Praxon, no creo que ahora me hayas olvidado, nadie puede olvidar a alguien como yo.
—No tientes a la suerte Matthew Conors, hace tanto tiempo que pude llevar una vida sin ti, no veo el por qué ahora podría representarme una dificultad, tampoco creo que sea algo como “Oh por fin ha amanecido, ¿Quién diablos era ese tal Conors?” se que será complicado pero no es imposible—dije mientras me encogía de hombros.
—Porque para mí no lo es—confesó y pasó su mano por el cabello—, se supone que vendría a decirte algo romántico pero no puedo—suspiró y se dejó llevar por el momento—. Por dios Verónica eres la chica más testaruda, desesperante, arrogante, condenadamente valiente y estúpida que he conocido y jamás creí que me pudiese llegar a enamorar de alguien así—volvió a suspirar y comenzó a caminar de un lado a otro mientras buscaba las palabras correctas para continuar con su discurso—, pero fue inevitable Verónica, he tratado de besar a cuanta mujer se me ponga enfrente—abrí la boca para reclamar pero él levantó la mano como señal de que esperara— pero es imposible olvidar la forma en la que tú lo hiciste, sé que soy más grande que tú y se supone que debería ser más maduro pero aun así lo diré.
Pausó por un par de minutos mientras yo me quedaba callada, no estaba así para poder escucharlo, simplemente no hallaba las palabras para expresar el conflicto interno que ahora me embargaba, tenía ganas de golpearlo por no decirme todas esas cosas tan maravillosas cuando recién comenzaba nuestra relación; pero también quería arrojarme directo a sus brazos para llorar profundamente por esas palabras, que si bien no eran tiernas, para mi tenían un gran significado.
— ¿No vas a decir algo? —preguntó Matthew cada vez más desesperado.
—Matt yo…
— ¡Joder Verónica! Cualquier mujer me habría besado con esas palabras pero tú sólo me demuestras que tienes un corazón de hielo, tan frío y duro como la pista en la que patinamos—culminó mientras se apartaba de la parada y continuaba su camino.
Decidí regresar a casa y no seguirlo. Probablemente él tenía razón, quizá yo no era capaz de demostrar mis sentimientos ahora, no después de lo que pasó con mi primer y último amor. Con alguien que marcó una parte muy importante de mi vida y con la que quizá me vi obligada a madurar antes de tiempo. Suspiré y giré la perilla de la puerta para pasar, en cuanto pude ver el interior mis amigos estaban proporcionándose una serie de agresiones verbales.
— ¡Basta los dos! —espeté de inmediato.
—Fue él Verónica, él nos estaba espiando—musitó Shannon mientras señalaba acusatoriamente al chico que estaba con el ceño fruncido frente a ella.
—Fue inevitable Vero, ustedes estaban casi gritando todo ¿qué querías que hiciera, que me tapara los oídos?, obviamente eso nunca iba a suceder—culminó y se puso de pié de un salo para poder acercarse a mí.
—No estoy de humor pero por favor dejen de discutir, es obvio que a Shannon le gustas Marc y Shannon, es obvio que a él le gustas tú, ¿es tan complicado que los dos estén juntos si se aman? —ambos se miraron con complicidad y me sonrieron.
— No lo sé, dímelo tú—dijeron al unísono mientras yo me llevaba las manos al rostro. No tenía ganas de hablar del tema y mucho menos de contarles lo que acababa de suceder.
—No, no es fácil, ¿entonces por qué no terminan de matarse a basa de palabras y dejan de molestar?
—No estamos molestando—intervino Marc—, tratamos de ayudarte pero vemos que no nos necesitas; te dejamos sola para que reflexiones Vero, pero no quiero volver a verte así por alguien tan idiota como Matthew y si es necesario yo mismo iré a arreglar unos asuntos pendientes con él—advirtió Marc mientras tomaba la mano de mi amiga, siendo esa la señal de que ya eran algo más que amigos y también aquella que me decía “aléjate de ellos, están juntos” había perdido a mis dos amigos desde hoy.
—Gracias y en verdad espero que les vaya bien con su relación y no dejen que cualquier persona lo estropee todo—suspiré y me levanté para cerrar la puerta una vez que ellos se fueron.
Me quedé tumbada en el sillón con la televisión encendida mientras esperaba a mi madre, pero al parecer dentro de esa larga espera me quedé dormida ahí durante mi larga espera. Seguí con los ojos cerrados hasta que escuché cómo la puerta se azotaba y tuve que levantarme de un solo sato para después recargarme en el apoyabrazos para no caer.
— ¿Quién anda ahí? —pregunté, aunque no estaba muy segura de que eso fue lo que dije.
—Vero, ve a tu cuarto y acuéstate, mañana te espera un día difícil—murmuró mi madre con una voz que demostraba toda su seriedad.
Seguí su consejo y subí a mi habitación para acomodarme. Ya había podido por fin olvidarme de todo lo que me había pasado el día de hoy, desde mi reinscripción a las Estatales hasta mi reciente conflicto con Matt. Suspiré y me retorcí en la cama, no tenía nada de sueño pero no quería quedarme despierta porque seguramente me volvería a dormir durante las clases y me volverían a amenazar, de todas formas ya tenía suficientes problemas como para agregarle el de la escuela y aun más con las prácticas que debería hacer con Marc para idear una rutina en la que lo obligara a cargarme por lo menos una vez sin tener que forzarlo demasiado para no provocarle una nueva lesión.
No tardé demasiado en volver a dormir, aunque sea por un par de horas para volver a levantarme y hacer todo lo rutinario del día para poder llegar a la escuela.
Una vez en las clases comenzó lo más pesado, la revisión de tareas, firmas, participaciones, revisión de proyectos, de exámenes…en pocas palabras de hacer en el último día lo que se suponía debieron hacer durante todo un año de clases sin descaso.
Por fin pude hablar con mi profesora de matemáticas para llegar a un acuerdo en el que o sacaba una nota perfecta en el examen que volvería a aplicar o simplemente me iría reprobada. Pero confiaba en mis propias capacidades y por primera vez iba a tener que hacer algo que siempre creí imposible; adiós a los siguientes dos días de entrenamiento. Dejaría por unos días el patinaje para poder concentrarme en la evaluación y poder salir de ese estresante apuro que lamentablemente hacía que mi futura carrera pendiera de un hilo.
Posiblemente hoy podría salir con Marc después de clases para ir por los regalos, de todas formas la semana que venía debíamos hacer las donaciones para aquellos desafortunados que no podía disfrutar de una navidad como es bien merecida, en pocas palabras, la haríamos de Santa Claus para todos esos niños.
Terminaron todas las estresantes clases y salí corriendo para encontrarme a Shannon y a Marc abrazados esperándome. Lo había olvidado, supongo que esta vez la salida sería entre los tres. Suspiré y subí al pequeño auto de Shannon, agradecí el hecho de ser delgada pues de otra forma alguien de nosotros hubiese viajado en la cajuela
Bajamos en una enorme bodega rellena de personas y de juguetes donde comenzaron los empujones para conseguir los juguetes. Todos nos revolvimos entre la multitud, a tal punto que yo perdí mi cartera dentro del almacén y no la pude recuperar. Quizá podría pedirle prestado a Shan y le pagaría cuando regresara a casa.
Tomé un oso de felpa y una pequeña muñeca de trapo, de todas formas sólo eran unos juguetes lindos, adecuados para el momento y sobre todo baratos.
Me abrí espacio para acceder a la caja donde me esperaban mis amigos, haciendo señas comencé a buscar a Shannon para que me ayudara a pagar pero alguien de atrás me arrebató el osito y tuve que regresar para pelear por el juguete.
—Hey tú—comencé a llamar a aquel hombre que había hurtado mi regalo—, ese obsequio es para unos niños…—detuve ms palabras al ver el rostro de aquel hombre—. ¡Arg! —grité con impotencia mientras todos me observaban como si fuera un bicho raro.
Matthew Conors se fue acercando poco a poco hasta que me devolvió el oso de felpa y me tendió un par de billetes para que pagara ¿acaso él había visto que no tenía dinero?
—Paga el oso la muñeca y de paso compra otras dos cosas porque también las necesito—me dio más dinero y tuve que regresar en busca de otros dos juguetes.
Terminé de hacer fila y pagué los artículos, justo cuando íbamos riendo de regreso al auto de Shannon Matt salió de su auto y se dirigió hacia nosotros. ¿Y ahora dónde demonios me iba a esconder? Me había tomado por sorpresa y el hecho de que mis amigos complotearan en mi contra no me ayudaba en nada.
—Bueno…creo que nosotros…—inició Marc.
—Nos vamos—complementó Shannon mientras ambos huían al automóvil y me abandonaban a mi suerte.
—Vaya amigos—murmuró Matt mientras me arrebataba la bolsa con los juguetes—. Te abandonan sola cuando más necesitas de su ayuda.
—Piérdete—espeté mientras luchaba por recuperar la bolsa.
—Vamos a tu casa Praxon, ten tu cartera y te debo un par de dólares, enseguida te pago—lanzó mi billetera al aire y la atrapé lanzándole una seria mirada me incorporé y me acerqué a él decidida a ponerle fin a todo esto.
—No Matthew, no quiero volver a verte es que esto se hace más…complicado. Sí complicado. Tú y yo no terminamos bien y estoy segura que en cuanto vuelva a ceder todo colapsará, simplemente no fuimos hechos el uno para el otro pero la culpable no soy yo. Por primera vez en mi vida no absorberé la culpa de esto, fuiste tú. Tú me engañaste y me destrozaste pero ¿sabes? Me enseñaste algo por muy imposible que parezca—esperé a que él dijera algo para que evitar decir lo que estaba a punto de salir de mi boca. Pero él no intervino, sólo se quedó plantado frente a mí mientras esperaba que terminara de hablar.
—Bueno me enseñaste a querer a alguien a tal grado que trataba de no verte para evitar darme el disgusto de que ya estabas con otra, e incluso casi pierdo una amistad importante por ti, porque te valoraba, me enseñaste a amar de verdad y a comportarme como yo realmente quería ser—a estas alturas las lágrimas ya se desbordaban y no podía parar de hablar, de gemir y sobre todo de llorar—. Pero te olvidaré como siempre olvido todo, incluso a mi padre lo he podido olvidar…—no pude terminar de hablar porque cuando reaccioné el ya tenía sus labios puestos sobre los míos.
No hice el mínimo intento de separarme, quería sentir por última vez el contacto de la suave piel de sus labios sobre los míos. Sentir aquellos fuertes brazos que me detenían como si no quisieran que me fuera. Escuchar aquellas hermosas palabras que se desvanecían en un susurro junto a mi oído.
Finalizamos el beso y las lágrimas seguían brotando.
—No llores, no me gusta verte llorar— murmuró mientras me limpiaba las lágrimas con sus pulgares.
—Pues esta forma va a ser la última en la que vas a ver Matthew, de verdad no quiero verte—di la media vuelta y salí corriendo como siempre lo hacía. Huir de mis problemas era la perfecta solución.
—Felicidades Verónica lo has logrado nuevamente—me dije con amargura mientras el viento se estrellaba contra mi rostro.

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