Capítulo 10 Jinohra- Sangre Real

JINOHRA

Esto es genial. No habrá boda, nos casaremos por una guerra, me dará su reino, nada puede empeorar.
Caminé de un lado a otro esperando a que Cassy saliera de donde sea que estaba. Pensaba una y otra vez en la infinidad de veces que me decía que todo sería perfecto al lado de Aivan, y justo cuando todo parece estar bien, ¡No!, tengo que aceptar a Huge y después…le disparan en el hombro ah, y por si fuera poco ahora esto, ya hasta se me estaba olvidando lo del disparo con todo este drama.
—Cálmate Jiny, todo estará bien—murmuró Cassy mientras se acercaba y se colocaba unos broqueles para arreglarse—de todas formas en cuanto se solucione todo apuesto a que podrán estar tranquilos.
No sé cómo Cassidy podía estar tan tranquila aun sabiendo que se avecinaba una guerra en la que ella se vería involucrada y peor aún, ella estaba apoyando a los enemigos de Huge, el único chico al que ella había amado.
—Cassidy no debes…
—Ya lo hice ¿no?, ¿acaso me ves arrepentida? —Interrogó un poco molesta conmigo—no lo estoy Jiny, si él lo quiso así, así será—sonrió con suficiencia y me tomó del brazo.
Salimos de su casa con destino a Newry, tardaríamos un par de horas, por lo que tendría tiempo de charlar cómodamente con ella.
—Cassy ¿recuerdas aquel descapotable con el que casi chocamos? —Ella asintió—pues era Aivan—reí—insultaste a Aivan—Cassy abrió los ojos y se quedó perpleja.
— ¿Aivan?, pero él también me insultó si no mal recuerdo, así que estamos a mano—se encogió de hombros y siguió conduciendo—un momento—musitó mientras cogía su celular del portavasos— ¿Bueno?…sí enseguida…no…no…ajá…ya vamos, esperen un momento—contestó preocupada, bajó el celular de regreso al portavasos y pisó el acelerador hasta el fondo haciendo que me pegara al asiento sin poder separarme de él.
Corrimos por las calles de Campterlyn y después de cruzar el puente fueron las de Lisburn, el camino se hacía más corto y la velocidad iba en aumento haciendo que la adrenalina se apoderara de mi cuerpo.
—Apuesto a que tus caballos nunca correrían así—tuvo que gritar Cassy para que escuchara bien, pues el golpeteo del aire aturdía los sonios haciendo que fuese casi imposible escuchar algo.
—No, jamás lo harían—contesté sonriendo como tonta.
Todo esto me parecía descabellado y demasiado atrevido para mí, esto jamás sucedía en Newry y no me imaginaba nada que se le pudiera parecer. Quizá lo más parecido podría ser el columpio del acantilado. Un columpio que se sostiene de una rama y que cuelga en un barranco, muchas personas se lanzan de ahí y yo en algún momento de locura lo hice con Cassy y Huge, una de las mejores experiencias, pero en definitiva esto no tenía comparación.
Llegamos al castillo de mi familia y nos introdujimos de inmediato sin avisarle a nadie de nuestra presencia, se escuchaban voces que se hacían más recias conforme nos acercábamos, y, al abrir la puerta, vimos a todos gritando y diciendo cosas que no se entendían.
— ¡Basta! —Espetó Cassy—por favor, vinimos a aliarnos para la guerra, no para crear una nueva—musitó tranquilizando a los demás.
—Bien Cassidy, por favor dinos por qué nos pediste venir aquí—dijo la reina de Campterlyn.
Jamás había visto a la reina pues Newry no tenía tratados con ellos y al no haber príncipes ni princesas yo no tenía nada que hacer en Campterlyn y por lo tanto no había tenido la oportunidad de ver a los reyes.
La reina tenía la piel moren, como si se hubiera bronceado, una cabellera negra, cubierta de un profundo negro como si estuviera teñido, pero a pesar de su tono de piel, sus facciones eran delicadas y muy finas, la dotaban de porte y hermosura, incluso parecía ser una verdadera reina con la postura que tenía totalmente recta y la barbilla ligeramente levantada haciéndome sentir inferior. Su esbelta figura se movía de un lado a otro esperando una respuesta, pero Cassidy se mantenía viéndola fijamente.
—Majestad—reverencié ayudando a Cassy—le pido mis disculpas por la demora, pero hemos venido lo más rápido que pudimos y por fin estamos aquí para hablar sobre la guerra, como ya se habrá enterado, Huge, príncipe de Galway me tuvo presa durante poco tiempo y después a Aivan, príncipe de Lisburn. Yo tuve que introducirme al castillo y junto con la duquesa Cassidy le disparé en la mano al príncipe de Galway por lo que nos dio dos vías de escape para pagar la deuda y el daño causado—paré para tomar aire y no perder la concentración, pues la voz comenzaba a fallarme y ya no me dejaba continuar.
—Lo que el pidió fue que le cedieran el territorio de Newry o que se casara con Jinohra, que a fin de cuentas, le daría poder también sobre Newry—complementó Aivan poniéndose entre Cassidy y yo—yo, como futuro rey de Lisburn le pedí matrimonio a la princesa de Newry y mañana contraeremos nupcias para que ella pueda acceder al trono de Newry y así poder aliarse con mi reino para combatir a las fuerzas de Galway, por eso necesitamos de ustedes, tienen el ejército más numeroso y eso es bien sabido por todos, quizá así ganemos, bueno eso es seguro—sonrió mientras explicaba toda la estrategia como si lo hubiese hecho varias veces antes— ¿Así que qué dicen sobre esto?
La reina y el rey se quedaron pensando por unos momentos y un fuerte estruendo abrió las puertas de la sala.
—Majestades, están atacando—gritó alarmado un guardia y todos nos giramos a esperar ordenes de Aivan, el era el único que había estado en alguna guerra, exactamente en la guerra en la que murió su padre.
—Por favor, a los refugios—ordenó Aivan y corrí guiándolos a los refugios dentro del castillo, eran los únicos lugares con tecnología “legal” en Newry, estaríamos bien ahí.
—Por favor entren todos de forma ordenada y distribúyanse en todos, no los quiero juntos porque si atacan no quiero que mueran todos de inmediato—dije con toda la valentía posible.
—Vamos—tiró de mi brazo Aivan y nos metimos a uno de los refugios—ahora sí, puedes decirme todo lo que quieras, puedes llorar si quieres o…—antes de que terminara me dejé caer de rodillas al suelo mientras cogía mi cara entre las manos, no quería llorar pero era lo que sentía, me dolí estar en esta situación, cuando exactamente en un mes me casaría y ni siquiera me había casado, faltaban unas horas para el amanecer y que me pudiera casar, si no jamás llegaría al trono.
Me quedé ahí mientras Aivan me observaba sin decirme nada y sin tratar de consolarme, sólo se escuchaban los disparos y estallidos de fuera y mis gemidos y sollozos de adentro.
—Calma Jiny, todo estará bien—dijo tomándome por los hombros mientras estábamos hincados en el suelo— no te he dicho algo no porque ya no me importes, quiero que superes el pasado—eso me tomó por sorpresa.
—Ya lo superé Aivan, créeme que lo he hecho, esta guerra me ha ayudado a ver mejor las cosas, sé que Huge no es mi amigo y que jamás lo será—dije cabizbaja, me dolía aceptar esa terrible realidad.
—Gracias Jinohra—me abrazó por completo—sé que debí decirte esto antes, pero tuve que esperar y a decir verdad, no sé por qué pero te lo diré de todas formas—por fin me incorporé a su lado y apoyé mi mejilla en su pecho—bien pues desde hace tiempo te estuve viendo—sonreí por la confesión.
— ¿Incluso antes del compromiso? —sí, sabía quién eras o bueno…sólo cómo eras como princesa y me llamó la atención, yo jamás le dije a mi madre que me comprometiera contigo, pero le estoy agradecido, no sé qué estaría haciendo ahora.
—Bueno, una guerra no parece el escenario más romántico—bromeé—pero no importa, esperaré hasta entonces—pero sígueme confesando más cosas—sonreí hacia él y me devolvió la sonrisa.
—Una confesión ¿te parece?, es tu turno, confiésate.
—Bueno…yo…no sé que confesarte—me quedé callada esperando a que me interrumpiera para no decir nada, pero eso no sucedió—pues verás, cuando te ibas a caer de la escalera por los adornos ¿lo recuerdas? —Él asintió con la cabeza—pues desde ese momento creo que me enamoré de ti y sólo trataba de negarlo—me encogí de hombros y él me apretó contra su cuerpo.
—Ya no puedo—musitó antes de girarme para ponerme justo frente a él y besarme con pasión, ansiaba sus besos, sus cálidos labios que encajaban perfectamente con los míos y que danzaban a su propio ritmo. Ese sabor mentolado que se desprendía de él en cuanto lo besaba era único, esa fragancia tan masculina y al mismo tiempo delicada que portaba me hacía sentir las dichosas mariposas en el estómago—te amo Jinohra y por lo de la boda, juro que te lo compensaré—dijo mientras se separaba de mí.
Nos quedamos en el refugio hasta que escuchamos que el alboroto terminó y alguien llamaba a la puerta.
—Pueden salir, sólo fue un pequeño ataque, los reyes aceptaron aliarse con ustedes y Huge huyó como un maldito cobarde al saber que era superado en número—gritó Cassidy sin tomar aire.
— ¡La boda se cancela! —grité y todos giraron a verme asustados—bueno, se pospone—corregí y todos reímos.

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