Capítulo 8 "El zoológico"- Amor por accidente

EL ZOOLÓGICO

Nos sentamos en la mesita del rincón una vez que me soltó.
Todos nos estaban observando y traté de no prestarles atención, pero era inútil, nadie parecía tener la menor intención de retirarse de ahí sin haber disfrutado de la función completa.
Una señorita llegó a darnos la carta del menú y ambos fijamos la vista en aquel papel frente a nosotros como si nuestra vida dependiera de elegir el postre indicado.
Después de una larga meditación sobre el postre, Ferdinand hizo una seña a la camarera para que nos atendiera.
—Quiero un pastel delicia de chocolate—ordenó.
— Uhm…yo…quiero—hice una pausa para pensar mejor mis opciones—una tarta helada de fresas—sonreí hacia la señorita y ella salió disparada con una hojita garabateada con nuestra orden.
Un silencio incómodo se estableció entre Ferdinand y yo, era como si nos hubiésemos dicho todo ya, no había insultos, peleas, acuerdos, nada entre nosotros.
La señorita regresó con el café y el postre que pedimos, agradecí completamente su interrupción y fue ella quien rompió aquella incomodidad.
—Que disfruten—ofreció y se retiró lentamente.
—Muy bien, ya tenía hambre—musitó Ferdinand.
—Yo también—me limité a contestar.
Comimos lentamente cada cosa, y haciendo acopio a toda mi valentía decidí ser yo quien acabara con esa tortura.
— Perdón por escribir tonterías en la clase—musité sorprendiéndome a mí misma disculpándome por escribir su nombre, ¿no se me pudo ocurrir un mejor pretexto?
—No hay nada que perdonar, no te culpo por tu distracción conmigo, por cierto ¿quién era el chico de hace un rato?
— ¿Uh? —me tomó desprevenida su pregunta.
—Hablo del pelirrojo que estaba hablando contigo hace un rato.
—Ah, solo él—resoplé aliviada y pude ver ¿celos? En él—es un amigo, me ayudó a levantarme simplemente.
— ¿Y cómo se llama? —interrogó.
—No lo recuerdo, creo que no me dijo su nombre—tomé una gran porción de mi tarta y la metí en mi boca para evitar que me preguntara algo más. Pero resultó de lo más incómodo pues ahora me estaba contemplando mientras masticaba— ¿algún problema? —dije una vez que tragué el bocado.
—Además de él no—respondió tajantemente.
—Él no es ni un problema—reproché tomando las cosas con la mayor calma posible—me agrada.
— ¿Qué dijiste?
—Que me agrada.
—Ahora veo, entonces no sé qué hago aquí, deberías estar con tu amigo.
—Ferdinand…—musité llegando al punto de irritación.
—Te dije que me puedes llamar Fer—contestó mientras pedía la cuenta.
—Me gusta Ferdinand—grité sin meditar el impacto de mis palabras.
Todas las miradas regresaron hacia nosotros y por fin me di cuenta del error cometido.
—Y a mí también me gusta Serene—gritó mientras todos nos observaban.
—Eso…eso no es lo que quería decir—resollé con un susurro.
—Nadie te escucha—susurró.
—No importa ya, todo es una mentira y espero que se termine pronto, y si quieres verlo así, sí, he terminado contigo—agaché la cabeza y dejé aquel lugar con las miradas de todos en mi espalda y sintiéndome culpable por dejar ahí a Ferdinand.
Oí unos pasos acercándose rápidamente hacia mí, giré y un chico me tomó del brazo para atraerme hacia su pecho.
— ¡Aléjate! —grité apartándolo de un empujón.
Lo vi por un instante frente a mí y sin dudarlo me tiré en sus brazos, me apretó con  fuerza contra su cuerpo haciéndome estremecer al contacto. Frotó mi espalda de arriba abajo mientras me alejaba poco a poco de su abrazo.
— ¿Te encuentras bien? —preguntó Christopher.
—Sí, necesito estar a solas por favor—musité.
—Entonces no estás bien—sonrió—no pienso dejarte sola si estas así, ven—tiró de mi brazo—vayamos a algún lugar, yo invito.
—Christopher no necesitas hacer esto por mí, de verdad que estoy bien.
—No lo hago por ti, es porque si te dejo en este estado me sentiré culpable…ammm…míralo de esta manera, si te dejo así mi conciencia me dirá todos los días “dejaste a esa indefensa criatura sola, podría morir” —dijo imitando a un fantasma.
—Jajajaja—reí—está bien, vayamos…no…perdona—bajé la mirada—mi padre me castigó y me temo que no puedo irme así como así—puso cara de estar pensando y sonrió.
—Dame tu celular—estiró la mano.
— ¿Para qué lo quieres?
—Tú solo dámelo—insistió.
—Está bien—saqué el celular de mi bolso y se lo di.
Observé como marcaba un número tras otro y hacía cortas llamadas. Esperé un poco más a que terminara, temía que se gastara todo mi crédito
—Listo—devolvió mi celular a mi bolso—podemos irnos—me tomó de la mano y salimos de la escuela caminando.
—Traigo mi auto, podemos…olvídalo, se quedó en la casa del cretino.
— ¿Cretino? —ladeó la cabeza.
—Ferdinand—bufé—se quedó en su casa.
— ¿Viven juntos? —preguntó y me avergoncé  por su pensamiento.
—No—agité varias veces la cabeza negando todo—fui a verlo para un…asunto…y me trajo a la escuela, pero mi auto se quedó ahí.
—Puedo ir si gustas—ofreció.
— ¿Siempre eres tan amable? —La pregunta salió por si sola de mi boca—no…no te ofendas y no contestes si no quieres, fue una…tontería—tartamudeé.
—No hay problema—sonrió—tú fuiste amable conmigo, así que no tengo razón alguna para tratarte mal o ¿es acaso que mi actitud te incomoda?
— ¿Hablas en serio? Cómo podría incomodarme, eres muy…—pensé en mis palabras— muy buena persona Christopher.
—Llámame Chris—interrumpió.
—Ok, Chris, como te decía eres muy dulce, me encanta tu forma de ser—se abalanzó hacia mí y me abrazo— ¿sucede algo?
—No—respondió suavemente contra mi oído—me gusta que pienses eso de mí.
—Pues yo…ya ves…creo que eres muy buena persona—titubeé apartándome un poco de él.
—Perdón por mi atrevimiento, pero ¿Por qué llorabas hace un rato? —se mordió el labio preocupado por mi y no pude evitar esbozar una sonrisa.
—Gracias por preocuparte, solo…—suspiré—terminé con Ferdinand—confesé tratando de reprimir nuevas lágrimas que amenazaban nublando mi vista.
—Perdón yo no sabía…—su rostro se ensombreció.
—No, no, no, no es tu culpa, de hecho jamás habíamos estado “juntos” —musité con una risa nerviosa—todo esto fue sólo una mentira para unas chicas, pero jamás creímos que media universidad se enteraría.
— ¿Y hasta cuándo lo iban a mantener en pie?
—No lo sé, yo ya pensaba ponerle fin de inmediato, pero…—busqué alguna excusa ya que sorpresivamente no tenía razón alguna para seguir con todo esto—pero…no, no te puedo decir un pero por ahora, pero debe existir algún motivo por el cual no lo hice—sonreí con satisfacción al ver que podía confiar en él.
Caminamos continuamente parando de vez en cuando en algún local a comprar dulces o algo para el camino sin cruzar palabra alguna.
—Me da dos helados por favor.
— ¿De qué sabor?
— ¿De qué sabor? —dijo Chris dirigiéndose a mí.
—De fresa está bien.
Nos entregaron nuestros helados y continuamos con el camino.
— ¿Ya me dirás a dónde nos dirigimos? —pregunté con el helado derritiéndose en mi paladar.
—Sí, estamos cerca…
— ¿El centro comercial? —rió ante mi comentario.
— ¡No!, el zoológico—soltó una risita.
—Muy bien—me limité a decir.
No me agradaban mucho los animales y a decir verdad no me encontraba preparada para ver a un león o a un tigre tan cerca de mí.
— ¿Sucede algo? Te noto muy tensa.
—No es nada, es solo que…—pensé en un pretexto y sonó mi móvil salvándome de la situación—permíteme—susurré.
Saqué el móvil de mi bolso y vi una llamada entrante.
— ¿Bueno?
— ¿Quién habla? —preguntó alguien al otro lado.
— ¿Con quién quiere hablar? —respondí riendo.
— ¿Eres Serene?
—Eso depende, ¿quién habla? —Reímos ambos—ya de verdad quién habla.
—Ferdinand Cordier—me quedé pasmada en ese momento.
¿Por qué me llamaba? Pensé que me odiaría después de esto
— ¿Qué quieres? —titubeé al preguntar.
—Nada, sólo hablo para saber cómo estás y con quién, tu padre me mandó a llamar a su empresa para saber si estabas conmigo, estás en serios problemas—susurró como si estuviera escondido.
— ¿Dónde estás?
—En mi armario, mandaron a checar mi casa para ver si no estás aquí ¿dónde te has metido?
—Estoy con Christopher en el zoológico—susurré para evitar que Chris me escuchara.
— ¿Y por qué demonios no le dijiste nada a tu padre?
—Le dije…no, Christopher le dijo…espera un momento, enseguida te marco—colgué molesta y giré a ver a Christopher, quien ya estaba pagando las entradas.
Caminé hacia él y le planté una sonora bofetada en su rostro.
— ¡¿Qué te ocurre?! —masculló sobándose la mejilla donde mi mano había quedado marcada con un intenso rojo.
—No, ¿qué te ocurre a ti?, ¿qué le dijiste a mi padre? —grité montando un espectáculo mejor que el de los animales.
—Tranquila—musitó tomándome del brazo y alejándome de todas las personas.
— ¡Suéltame! —espeté tirando mi brazo de vuelta.
—Le dije a tu padre que saldrías con tu novio a una cita y que regresabas a las once de la noche.
— ¿Qué novio? —abrí los ojos con sorpresa.
Mi padre no estaba enterado de lo de Ferdinand y no se lo dije porque era una farsa, ¡nada de eso fue real!
—Ferdinand Cordier—y peor aún, él era un inversionista de la empresa ahora.
— ¿Por qué?
—Porque a él lo conoce y creí que lo sabía.
—Eres un imbécil, el no sabe nada—pasé mis manos por mi cabello cubriéndome la cara—él no sabía nada de esto—susurré.
—Disculpa—musitó pasándome un brazo por los hombros para acercarme a él.
Lo hice a un lado de un empujón.
— ¡Déjame! —Exigí—me largo.
Caminé rápidamente hacia una parada donde estaban varios taxis.
—Espera Serene, te llevo a casa.
—Conozco el camino—me introduje furtivamente al primero que encontré desocupado y cerré de un portazo.
—Espera, aun no hemos terminado el recorrido—subí la ventana y el chofer arrancó mientras Christopher corría detrás del taxi.
Le di al taxista la dirección de Ferdinand para ir a verlo lo más pronto posible. Saqué mi celular y busque su número en mis contactos.
—Ferdinand voy a tu casa—dije de inmediato.
—Date prisa, tu padre está aquí.
— ¿Sigues en tu departamento?
—En el baño para ser precisos, tu padre me está dando una charla, y no una de negocios exactamente—trató de bromear lo cual me provocó una leve sonrisa.
—Cuídate, ya casi llegamos—colgué y miré la nuca del conductor—dese prisa por favor—ordené.
—Claro señorita—asintió y apresuró la marcha.
Ojalá que mi padre no asesine a Ferdinand, debo remediar las cosas lo más pronto posible y haré pagar más tarde a Christopher por todo esto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario