Capítulo 1 Jinohra- Sangre Real

JINOHRA:


La doncella real me ha traído sabanas nuevas, <<Sí, cambian mis sabanas todos los días y es abrumador>> y la criada las ha puesto, ahora estoy en mi clase de pintura, analizando las diferentes corrientes, ayer fue el turno del cubismo y hoy toca…Impresionismo.
Madame Katherine habla y habla sobre pintura, ¿Acaso no nota mi aburrimiento?, veo a las hijas de las criadas y ellas son más felices que yo, aun sin dinero ni muchas pertenencias y a sabiendas que cuando tengan la edad suficiente para laborar, caerán presas en los confines del palacio como la servidumbre, pero a pesar de eso, siempre las noto felices.
Y así son todos mis días, estudio tras estudio tras estudio, pero hace unos días mi situación cambió
—Su majestad, ha llegado el correo—avisó el cartero del palacio
— ¿Qué es eso majestad?—así es como debo decirle a mi madre, nada de ma, mamá, mami o cosas similares, ella está arriba de todo el pueblo, incluyéndome
— ¿Qué no has escuchado?, dijo el cartero del palacio que el correo ha llegado
— ¿Hay algo para mí? —dije esperanzada a que la respuesta fuera un “si”
—Todo esto es para ti—extendió los sobres en la mesita de té y fue pasándomelos uno por uno
—No entiendo majestad, ¿qué es todo esto? —interrogué angustiada por todo lo que contenían las cartas
—Peticiones—respondió seriamente
— ¿Para qué?
—Para tu boda princesa, eres la única heredera al trono y ya tienes la edad suficiente para el compromiso—intervino mi padre, el rey—así que todas estas cartas, son de distintas familias de la casa real de sus reinos con hijos dignos de tu mano
—Pero padre, es decir majestad, yo no creo poder llevar esto acabo
—No depende de ti, la decisión es mía, así que te guste o no te casarás con quien yo elija para ti, en unos días vendrá a conocerte, tendrán un tiempo para convivir y después arreglaremos todo para la boda y para los hijos
— ¡¿Hijos?! —Espeté— ¡¿No hablas enserio verdad padre?!
—La orden ha sido dictada princesa y no permitiré que ninguno de mis súbditos la contradiga—sentenció, eso daba pie a una discusión—respétame, no me llames padre, para eso te hemos educado
—No, ustedes no me han educado “majestades” lo ha hecho la servidumbre y no, si no respetas mis decisiones no recibirás respeto de mi padre—lancé un grito de ira contra ellos, tomé mi vestido alzándolo lo suficiente para correr y lo hice, salí disparada a mi habitación.
Comencé a empacar por tercera vez en la semana, siempre que tenía un altercado con mis padres salía huyendo, la ultima vez fui a visitar a un viejo amigo, el príncipe Huge él siempre me había comprendido, por lo que mis padres lo odiaban.
Hasta cierto momento en mi vida se corrió el rumor de que el príncipe Huge y yo estábamos comprometidos bajo el pretexto de que se nos veía juntos tomados de las manos en diversos lugares del reino, pero solo salíamos como “amigos” ¿acaso no es muy claro ese término? Y como la imagen que daba con él representaba un peligro para la casa real de Newry <<ese es el lugar de mi principado>> tomaron la decisión de que rompiera todos mis lazos de amistad con el príncipe, sin embargo eso no ha sucedido.
Todos los días recibimos cartas de parte de Huge por lo que yo misma me encargaba de recibirlas sin que mi madre o padre las vieran, aun era un secreto y al irme para allá jamás sospecharán dónde estoy. Simplemente el plan perfecto.
He salido a dar un paseo con la duquesa de Campterlyn que ha llegado de visita y me llevará con Huge dentro de unas cuantas horas, mientras nosotras estamos aquí se supone que uno de los guardias guardará todo mi equipaje en el auto en el que viajaremos y una vez dentro podré deshacerme un rato de las labores reales, por fin un poco más de libertad en mi vida.
02:45 p.m. marca el reloj de pulsera de la duquesa, el momento ha llegado. Abrimos las puertas y mi padre sale a nuestro encuentro
—Sea bienvenida a Newry duquesa—hizo una cortés inclinación y se retiró
—Así que Jinohra, dime, ¿de verdad deseas ir conmigo? —interrogó Cassidy, ese es el nombre de la duquesa
—Sí, quiero dejar atrás mi palacio y vivir un poco de mi libertad Cassy—contesté algo aliviada por que fuera mi amiga y no conspirara en mi contra como la mayoría de las princesas con las que estaba obligada a convivir
—Muy bien, en diez minutos vuelvo lista para irnos y más te vale que no te arrepientas—apresuró su paso, lo cual debió ser difícil con semejantes tacones de quince centímetros
Me quedé en el ala sur del palacio, o sea, la sala para bienvenidas y eventos esperando el regreso de Cassy y ésta no se aparecía, aun con mi preocupación me puse de pie y caminé de un lado a otro; mis tacones resonaban en todo el espacio haciendo eco con cada paso, el candelero de cristal tintineaba cuando caminaba y la madera crujía bajo mis pies, era una sinfonía en pleno silencio y me mordía las uñas en espera de Cassy
—Listo, tus padres, es decir sus majestades—hizo una torpe reverencia y ambas reímos—estarán ocupados por bastante tiempo revisando tu correspondencia y esta vez les dije que irías conmigo a mi palacio
—Sí, gracias Cassy, te debo una—suspiré todo el aire que había contenido
—No me debes nada, porque no iremos con Huge, Jin me han encargado que te arregle para dentro de dos días, tu futuro—tragó saliva con dificultad—tu futuro marido estará aquí en ese lapso de tiempo—bajó los hombros  con tristeza y nos desplomamos en las sillas y contemplamos el piso cabizbajas
—En verdad no necesito casarme Cassy, debo evitar este compromiso a como dé lugar—sollocé resignada a mi destino
—Lo sé, yo también me mantengo renuente a eso y si de mí dependiera crearía un conflicto entre los reinos sólo para evitarte esto, pero sólo soy una Duquesa y no puedo hacer algo al respecto—me dio un ligero abrazo y se levantó para seguir adelante con lo ordenado
—Es solo que aún no me siento lista para el compromiso ¿cuándo se supone que disfrutaré de mi libertad? Ese siempre fue mi sueño
—Lo sé, lo dices cada minuto de tu existencia y ¿cómo estás tan segura de que tu prometido no te dejará ser libre? —preguntó sin preocuparse de mi reacción
—Pues…pues no lo sé, sólo algo me dice que no debo hacer esto, creo que sería más fácil si mis padres reformaran las leyes pero ellos no me escuchan—agité mis manos al aire haciendo ademanes con cada palabra que salía de mi boca
— ¿Quieres un consejo?
—Claro señorita Coelho
—No te burles, sabes que soy así—rió—muy bien si no quieres no…—se dio la vuelta para retirarse y yo la detuve con un fuerte agarre
—No, es broma, dame tu sabio consejo—me incliné ante ella poniéndome de rodillas
—No juzgues a un libro por su portada, lo que cuenta es siempre el interior—musitó lentamente para que captara sus palabras
—Eso es tonto, ni siquiera lo veré, mis padres lo seleccionarán y yo solo debo resignarme a su decisión
—Entonces si ya sabes cuál es tu única opción no se qué es lo que te preocupa
— ¡Estaban hablando de hijos Cassy! ¿Sabes lo que eso significa?, están esperando que me acueste con un maldito desconocido y procree solo para complacer a mis padres con un hijo varón
—No te alteres, ¿y si él tampoco está de acuerdo con eso? —respondió
—Porque si me guío por el gusto de mi padre se que elegirá al típico ex militar o comandante en guerra, él es así
—Pero tu madre también estará ahí—respondió
—No es gran garantía, ella me odia, incluso más que mi padre, ella creé que  le robaré el trono, si fuera por mí se podría quedar con el jodido trono por el resto de su vida—espeté decidida a no seguir con el rumbo de esta charla
—Lo sé Jin, pero es lo que te tocó ser y ahora si no te molesta, vamos a arreglarte—me cogió del brazo y cuando salimos los guardias del palacio nos escoltaron hasta el automóvil.
Cassy condujo en silencio para no estropear más las cosas conmigo, admito que soy una chica muy fácil de irritar y casi pocos me ven sonriendo, excepto por Huge y Cassy porque con ellos puedo ser la Jinohra de verdad y de solo pensar que mis relaciones con el mundo terminarán en dos días exactamente me deprimo, no me puedo imaginar sentada en un trono ajeno a mi pueblo fingiendo ser feliz al lado de alguien a quien no amo.
Comencé a agitarme en la parte de atrás debido a mi incomodidad, no me hallaba fuera de casa y aunque sé que estoy con Cassy no me siento bien, tal vez porque cambiamos los planes y no es más que una formalidad para mi visita, no quiero verlo es más hubiera preferido nacer sirvienta antes de ser una princesa.
Al parecer debí quedarme dormida en el auto, pues cuando abrí los ojos ya estaba fuera de mi reino y sentí que todo el peso de ser princesa se desvanecía conforme avanzaba fuera de éste, me quité las zapatillas y puse mis pies desnudos en el asiento de al lado, por fin libre.
— ¿Estás cómoda? —preguntó Cassidy observándome por el retrovisor
—Muy cómoda diría yo—me puse los brazos detrás de la cabeza para descansar un poco más
—Pues ya no lo estarás en cuanto te cases—rió de manera muy siniestra, como una villana de películas
—No es gracioso, deja de recordarme mi futuro—exigí
—Lo sé—vi su sonrisa en el retrovisor por un momento y enseguida se detuvo, estuvimos a punto de chocar con un auto descapotable frente a nosotras
—Fíjate cómo conduces—gritó alguien del otro auto
—Soy una duquesa plebeyo, fíjate TÚ por dónde vas—reclamó Cassy
—Y yo un príncipe así que largo de aquí chiquilla—arrancó con un rechinido en sus llantas y Cassidy hizo una señal con el dedo medio hacia el auto
— ¡Cassidy Richardson Von Herbert, tus modales! —grité avergonzada por su comportamiento
—Estamos fuera del reino ¿no?, aquí no existen los títulos nobiliarios de nuestro país—reí por su comentario y seguimos con el viaje.
—Llegamos, ¿lista para el cambio? —preguntó abriendo para mí la puerta del auto
—Si—suspiré vencida—pero son las tres de la mañana déjame dormir un rato
—Está bien—toma un cuarto para huéspedes y tírate a dormir—masculló con una voz adormecida.
Fui hacia el cuarto y no desempaqué, pues solo estaría aquí por hoy y ya mañana partiría de regreso a mi hogar.
Eran las tres de la tarde y alguien me despertó
—Despierta, debo arreglarte para mañana—me agitó en la cama Cassidy
—Ahí voy, pero quiero ver películas—me enderecé y estiré
—Veremos las malditas películas y después a arreglarte o tus padres me matarán—me tomó de la mano y tiró de mi rumbo a su sala.
Cassidy vivía alejada de su reino, aunque aún estaba en sus tierras, pero ella había decidido valerse por sí misma, aunque no poseía un trabajo y vivía igual que la realeza, ella no metía manos en asuntos de protocolo. Y por eso la envidiaba tanto.
Vimos tres películas seguidas y enseguida vimos que el reloj marcaba las 09:00 p.m. y corrimos a nuestras habitaciones.
Dormí plácidamente hasta que me despertó un ruido cercano el cual me obligó a levantar de la cama 
—Debes desayunar antes de irnos—musitó Cassy bailando una música e un canal de la TV
—Lo sé, quiero un licuado y un…
—Nada de eso, en mi casa sabes que no hay sirvientes, prepáratelo tú, ahí está la leche y las frutas están en el refrigerador, así que son todos tuyos.
Abrí el refrigerador y saqué algunas fresas y la leche para vaciarlos a la licuadora, agregue azúcar y mezclé todo, lo serví en un vaso y lo bebí poco a poco. Me supo a rayos, estaba muy amargo y con poco sabor, era prácticamente leche pintada.
Soy un desastre para la cocina otro punto que delata que no fui hecha para la vida normal y comprobaba a teoría de mis padres sobre si sería o no un desperdicio como plebeya, peo más que demostrarles que podía hacer las cosas como yo quisiera y poder vivir como cualquiera, quería demostrarme de lo que era capaz.
Me arreglé como siempre lo hacía cuando estaba con mis amigos, una cola de caballo, jeans, blusa y tenis, todo lucía tan normal
—Hora de irnos—ordenó Cassy
—Lista, voy en un segundo—me rocié mi perfume favorito y salí, cuando mis padres me vean así seguro se irán para atrás.
Ellos siempre me vestían con vestidos y tacones y yo por el contrario usaba pantalón y playeras jamás me gustaron los tacones, eran incómodos y más cuando a los cinco años te obligan a usarlos.
—Lista, vámonos—salí y fui detenida por el agarre de Cassy
—Mierda, no te he arreglado y debo entregarte lista para hoy, ya que, mínimo diste un cambio—me miró de arriba abajo y asintió con un dejo de aceptación a mi apariencia
—Entonces no se diga más, vámonos.
Puso en marcha el auto a toda velocidad y yo quería retrasar el viaje lo más permitido posible, no quería encontrarme con la bestia que me arrancaría la libertad de mi vida y destrozaría mi vida por completo.
Mi sueño desde niña era vivir en el campo, en las colinas más alejadas del reino con el amor de mi vida y mis hijos, lejos de cualquier problema de la realeza, tal y como Cassidy, pero me es imposible ahora al saber que soy heredera a un trono y que tengo que estar junto a alguien a quien no amo. El peor destino del mundo
—Llegamos—cantó Cassy
—Gracias—bufé y caminé dentro del palacio
Me abrieron las puertas de la entrada y regresé a mi mundo, a aquel lugar donde no podía ver una película, donde no podía jugar videojuegos ni hacer llamadas por teléfono. En este reino vivíamos como la realeza del siglo XV sin tecnología, ¡nos transportamos en carruaje! Eso es algo humillante en comparación con los otros reinos, sin embargo somos los de mayor diplomacia, pero eso no justifica nuestro atraso, otras de las cosas que a mi parecer debería cambiar mi padre.
Se escucharon unas risas en el ala sur del palacio e hice mi gloriosa entrada
—La princesa Jinohra de Newry ha llegado—presentó el guardia y mi madre hizo una reverencia hacia mi mientras yo hacía lo mismo
—Princesa Jinohra—espetó un chico en un asiento frente a mi padre.
Aquel chico llevaba un elegante traje con corbata a juego, todo “señor protocolo” se levantó y con cara de asco e hizo una reverencia a la cual no correspondí
—Buenos días princesa Jinohra—saludó mi padre con una cortés inclinación
—Sus majestades buenos días—reverencié—príncipe, que gusto que nos acompañe—hice el intento de una falsa sonrisa que no resultó muy bien
—Nosotros nos retiramos, debemos asistir a una junta muy importante con la monarquía de Haylich.
Mis padres salieron huyendo dejándome con “señor protocolo” frente a mí, el chico no lucía mal o al menos se había arreglado el día de hoy y a sabiendas que sería mi prometido más me valía aceptar su condición.
—Princesa Jinohra, mucho gusto en conocerla, sus padres me han mandado llamar para presentarme ante usted—musitó haciendo otra reverencia
—Basta de formalidades ¿sí?, he pasado por mucho y sé perfectamente a lo que viniste, serás mi prometido y bla bla bla…no me interesa en lo más mínimo a qué vienes puesto que he sido advertida—saqué lo más descortés de mi
—Muy bien princesa, entonces veo que no debo ser tan “formal” con usted, pues que más le puedo decir que no sepa—sonrió y se le marcó un hoyuelo en la mejilla, algo que me pareció un poco atractivo
—Veo que nos entendemos, ahora podrías solo presentarte y listo, el puesto de mi marido es todo tuyo—me senté prácticamente desparramada y olvidando todos mis modales dentro del palacio
— Bien, si eso es lo que quieres Jin—musitó algo ofendido—para empezar mi nombre es Aivan y no me interesa mucho lo que hagas o dejes de hacer, solo quiero que tengas una buena imagen al igual que la mía y ya, eso es todo—puntualizó lo que quería Aivan
—Muy bien…—titubeé—y ¿eso es todo?, ¿no hay nada más de “mantenerme cautiva hasta el día de mi muerte”?
—No, soy una persona razonable, aunque si tu quieres quedarte encerrada me vale un comino, ya te lo dije hagas lo que hagas solo mantén limpia nuestra imagen y listo esas son mis condiciones
—En ese caso creo que todo está bien y ¿de verdad eso es todo? —dije de verdad sorprendida
—Te lo juro, no soy tan mala persona no se qué has escuchado de mi—y en ese momento me vino la dichosa frase de Cassy “nunca juzgues a un libro por su portada”
—No, solo pensé que…—suspiré—no lo sé, supuse que serías algo así como mi padre—confesé
—Pues no soy tan malo, pero espero y pronto poder estar contigo—besó mi mano y salió de la habitación con orgullo y yo me quedé parada viendo cómo se alejaba poco a poco.
No lo puedo creer, acaba de darme “libertad”, todo lo que quiero con solo mantener mi imagen, eso es fácil, he sido educada para aparentar es más que pan comido. Solté un grito de niña colegiala loca en la sala y salté feliz por mí, por mi ansiada y utópica libertad.

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