Capítulo 4 Jinohra- Sangre Real

JINOHRA

Volvía a insistir con esa pregunta ¿qué sucedería con la respuesta?, si decía que sí se iba a alegrar, si decía que no también, no comprendo la importancia de mi respuesta.
— ¿Por qué quieres saberlo?
—No lo sé, creo que simple curiosidad—admitió Cassy
—Ahí lo tienes, no importa realmente—sonreí tratando de que ella calmara sus ansias y su asombrosa curiosidad.
—Sabes que no dejaré de insistir ¿cierto? —despegó una sonrisa de maldad.
—Lo sé—acepté resignada.
—Entonces responde—insistió.
—Yo…la verdad es que yo…
Un ruido proveniente de la cocina nos sobresaltó haciendo que emitiera un grito agudo pero fuerte.
— ¿Qué fue eso…? —pero antes de terminar de articular la pregunta Cassidy ya estaba caminando sigilosamente hacia la cocina.
— ¡Aivan! —grité al verlo parado en la cocina— ¿nos estabas espiando?
Noté cómo se teñía de un leve color rojo en sus mejillas, un gesto muy infantil, sonreí.
—No, no estaba espiando, sólo bajé por más agua.
—Claro, es obvio que morías de ganas de escuchar su respuesta—intervino mi amiga.
— ¡Cassy! —reproché.
— ¿O vas a negarlo Aivan? —continuó mi amiga ignorando mis reclamos para silenciarla.
—Ya basta las dos, yo no estoy interesado en sus estúpidas conversaciones de niñitas caprichosas—sentenció mi prometido tomando torpemente un trago de su vaso con agua y derramando un poco por las comisuras de sus labios.
Estaba furiosa, no por que posiblemente me estaba espiando, sino por llamar estúpidas a las conversaciones entre mi amiga y yo, ¿ahora dónde estaba la dichosa imagen?
—Aivan, tu si puedes faltarme al respeto, tu sí puedes ir y venir como quieras y reclamar por cada uno de mis “estúpidos” actos—espeté mientras lo apuntaba acusatoriamente—ahora, si ambos quieren saber la maldita respuesta es ¡NO! —grité lanzando una furiosa mirada que pasó de la cara de Aivan a la de Cassidy.
—Cálmate Jiny—sugirió Cassy mientras daba unas palmaditas a mi espalda para relajarme.
—Ahora no Cassidy—refunfuñé.
Salí de aquel lugar con un paso acelerado hacia mi habitación, dejando a Aivan y a mi amiga ahí abajo.
Me tiré en la cama para ponerme la pijama y descansar, aunque fueran sólo cuatro horas, pero debía calmarme, tal vez mañana las cosas estarían mejor.
O posiblemente estaba equivocada, muy equivocada.
Al despertar ya se escuchaban gritos en la habitación ocupada cerca de la mía—Aivan—pensé.
Me levanté muy a mi pesar de la cama para ir a ver qué sucedía para mantenerlo tan alarmado.
—Aivan—susurré abriendo un poco su puerta, pero no pareció escucharme—Aivan—volví a decir con la voz un poco más recia.
—Te escuché la primera vez, no quiero hablar contigo en este momento.
— ¿Por qué?
—Ahora no Jinohra, por favor vete.
—Dime qué te sucede, tus gritos se escuchan hasta mi habitación.
—Me callaré si es lo que quieres, pero sal de aquí.
—Hablo en serio Aivan, ¿qué sucede?
—Me largo—espetó empujándome hacia un lado mientras salía de la habitación.
—Aun es muy temprano, no es seguro salir—musité mientras caminaba tras de él.
—No creo que sea más peligroso que seguir aquí dentro—masculló entre dientes.
—Te escuché Aivan, te estás comportando como un completo idiota—reclamé.
—No me importa lo que pienses, si crees que soy un idiota, bien por ti, agradezco que seas lo suficientemente honesta para confesarlo.
¿De qué estaba hablando?, no le había hecho algo para que estuviera así ¿o sí?, que yo recuerde no había hecho nada, tal vez Cassy fue la culpable de su tan grave estado de ánimo, pero él no tenía el derecho de desquitarse conmigo.
—Hey, tu auto sigue aquí genio, deberías ir por él.
—No te preocupes, si es que realmente estás preocupada, mandaré enseguida a alguien por él—sonrió amargamente.
¿A qué se supone que estaba jugando?, ¿ahora era él el indignado?, ¡cómo lo detesto!
— ¿Se puede saber qué te he hecho para ser tratada así? —decidí soltarlo de una vez.
Si íbamos a empezar nuestro primer problema, que mejor que siendo sólo prometidos, no soportaría estar casada con alguien tan voluble.
—No te estoy tratando de alguna otra manera que no sea laque merezcas.
—Tan siquiera ten el valor de decírmelo a la cara—se detuvo de golpe y se dio la vuelta.
—Listo, ¿así te parece mejor? —musitó con total arrogancia.
—Sí, a decir verdad así estas bien.
—Muy bien, entonces te lo digo nuevamente, no te trato de alguna manera que no merezcas—se dio la vuelta nuevamente y retomó su caminata.
— ¿Eres tan inmaduro como para ir hasta tu reino caminando?
—Sí, supongo que sí—y no detuvo la marcha.
Estúpidos tacones y vestido caluroso, si no fuera por estas mugres cosas ya lo hubiera alcanzado y lo llevaría de regreso a casa.
Ni siquiera sé porque estoy tan empeñada en traerlo de regreso, se que aun es muy temprano y que ni yo debería salir como si nada, pero me preocupa él y es horrible esa maldita sensación.
—Me preocupas—solté antes de reprimir las palabras.
¿De dónde había salido eso?, no sé en qué estaba pensando—En Aivan—me respondí en automático.
— ¿Perdona? —se giró y pude jurar que estaba sonriendo.
—No, nada sólo tonterías—excusé.
— ¿Dijiste que te preocupo? —sonrió ampliamente y no pude evitar soltar una risita.
Demonios, ¿qué me pasa?, eso no es divertido—pero te hizo reír—me reprimí.
—No era lo que quería decir, me preocupas porque si te pasa algo seguramente mi familia estaría mal, es sólo eso—sentí mis mejillas arder e intenté torpemente cubrirla con mi cabello, pero éste estaba sujeto en una trenza gruesa y no logré nada.
—Ven aquí—me acercó tomándome de los hombros y creo que enrojecí más, pues soltó una risa escandalosa; liberó mi cabello y cubrió mi rostro con éste—así está mejor.
—Idiota—mascullé.
— ¿Tanto así quieres que regrese?
—No, por mí puedes irte—hice un puchero infantil.
—Ya, regresemos—me cogió de los hombros y caminamos de regreso al castillo.
Cada paso era una tortura, tal vez me saldrían llagas por tan altos tacones, debía pedir un cambio en mi guardarropa pronto.
— ¿Sucede algo? —preguntó mi acompañante.
Comenzaba a renguear y dejé escapar un gemido de dolor que alarmó al chico que tenía sujetando fuertemente mi mano para enderezarme.
Hincada en el suelo volteé a verlo.
— ¿Por qué lloras? —se alarmó sin saber qué hacer.
¿Estaba llorando?, no lo había notado. Pasé el dorso de mi mano en mi mejilla y sentí las lágrimas.
—No es nada—hice un vano intento de levantarme.
—Espera un segundo—se agachó hasta el suelo y me cargo en sus brazos.
— ¡Déjame, puedo caminar sola! —exigí.
—Claro—bufó con “ironía” escrita en su rostro—cálmate y disfruta del paseo.
—De verdad puedo continuar por cuenta propia.
—Y probablemente también romperte el tobillo, ¿acaso crees que quiero una esposa coja?
Estaba bromeando, de eso estoy segura, pero no me atrevía a preguntar pues la respuesta me asustaba.
—Puedes dejarme en la entrada y retirarte.
— ¿Qué parte de “no quiero una esposa coja” no entiendes?
—Que no seré tu esposa.
Al finalizar mis palabras tensó su agarre en mi cuerpo y se detuvo por un instante sin decir alguna palabra.
—Bueno, supongo que tampoco Huge querría una esposa con un pié mal ¿no crees? —miró hacia abajo para observarme y leer mi reacción.
—No, supongo que no le gustaría—respondí al fin y sólo provoqué que me bajara.
—Tus deseos son ordenes—me depositó en el suelo.
Caminé dignamente y sin ofrecer disculpas cerca de unos…dos metros, pero enseguida me desplomé en el suelo, esta vez escuchando un fuerte sonido proveniente de mi zapato. Traté de levantarme pero fue inútil, mi tacón estaba deshecho.
—Jinohra—se acercó Aivan— ¿puedes ponerte de pié?
—No—gruñí tomando el tacón entre ms dedos.
—Cariño, enseguida te llevo al palacio—volvió a cargarme y no dejaba de observarme.
En ese momento me percaté de un pequeño detalle, ¿me había llamado cariño?, pero no me atreví a preguntarle.
Al llegar ahí todos nos vieron en esa incómoda situación, Aivan cargándome y con una leve sonrisa en su rostro, había pasado todo el camino burlándose de mi rostro en cuanto vi mi tacón botado en la acera cerca de mi pie.
— ¿Qué te paso princesa?, ¿estás bien? —dijo la reina mostrando todo lo contrario a la preocupación.
—Mi tacón se rompió—mostré el tubo que estaba en mi mano—pero enseguida llevo a que reparen el calzado.
Así es, mis padres tenían a una persona para la familia real especial para que diseñara el calzado para los reyes y la princesa.
—No olvides llevar el carruaje, no quiero verte en esos vehículos nuevamente—sacudió la mano con asco.
Se refería a los automóviles, ellos odiaban cualquier cosa tecnológica, algo que en cuanto me casara debía hablar con Aivan para arreglarlo.
—Sí su majestad.
Aivan aun no me soltaba y me llevó hasta la habitación cargándome y ejerciendo mayor fuerza en cada escalón.
—Aivan, puedes bajarme ahora.
—No quiero—y salió corriendo conmigo aun en sus brazos.
— ¡Ya déjame!—chillé golpeando su pecho, pero era tan increíblemente fuerte que no se detuvo ni se quejó.
—Sabes que no lo haré, vamos al carruaje—me bajó a una gran velocidad hasta llegar a los establos, donde estaba el jinete que me llevaría en carruaje.
—Hey, queremos una de esas cosas—dijo Aivan señalando al carruaje.
—Como ordene su majestad—reverenció y fue por un caballo. Destiny, el favorito de la familia Real de Newry.
—No, no sé de prisa, yo manejaré esta vez, quiero estar a solas con mi prometido—sonreí pícaramente, obteniendo de Aivan una media sonrisa.
Aún con mi zapatilla sin tacón me las arreglé para trepar a la silla de montar y asir las riendas del caballo en mis manos.
Con un pequeño movimiento el caballo comenzó a trotar con Aivan en el carruaje, quien miraba asombrado a forma en la que cabalgaba.
— ¿Dónde aprendiste eso? —interrumpió mi pasajero.
—Vivir en un siglo atrasado tiene sus ventajas—musité.
—Pero no tolero que estés haciendo esto para mí, se supone que yo debería llevarte.
—Adelante, ven aquí—detuve al caballo —pero no es fácil hacerlo—advertí.
—No importa, después te enseñaré a conducir—me guiñó y se montó a mi lado.
—No, no, no, tú vas al frente.
Me bajé del caballo y dejé que él se pusiera al frente y tomara las riendas del corcel, me coloqué detrás de él y pasé mis manos por su cintura para tomar sus manos y él las retiró enseguida.
—Por favor, pon tus manos, no muerdo—sonreí apoyando mi mejilla en su espalda.
Indudablemente estaba tenso, montar a caballo no era una tarea sencilla, y menos con un carruaje por detrás.
—Primero das un pequeño tirón a la rienda y después tratas de mantener el ritmo en cuanto nuestro amiguito pare—susurré en su oído, pues estaba muy cerca.
—Sí—dio el pequeño tirón y enseguida el caballo inició la carrera, continuamos al ritmo mientras me aferraba a la cintura de Aivan, pues estaba muy lejos la punta de la silla como para tomarla.
Seguimos así por las calles mientras todos observaban la escena, comencé a apoyar mi mejilla en la espalda de Aivan nuevamente para poder mantenerme cómoda, pues empezaba a cabecear por el ligero meneo del caballo y por el calor que nos dábamos mi prometido y yo.
Llegamos a nuestro destino, pero no se detenía el carruaje.
—Aivan, detente—espeté.
—Es lo que intento, pero esta cosa no se detiene.
Dio un tirón más fuerte y el caballo salió corriendo sin poder detenerse, mientras me aferraba fuertemente al dorso de Aivan.
—Detenlo por favor—gemí.
Era una de las tantas cosas que me aterraban, pues una vez sucedió exactamente lo mismo con mi instructor.
El caballo nos llevó galopando hasta las afueras del reino, justo en el bosque y caímos al suelo, el caballo continuó sin notar que ya no llevaba jinetes.
—Jinohra ¿estás bien?
—Sí Aivan, ¿y tú?
—Sólo unos raspones, pero nada grave—sonrió y me ayudó a pararme—tu tacón sigue mal, no podrás caminar.
—Eso no pareció impedir que me trajeras.
—Lo siento Jin, no era mi intención que esto sucediera—tomó mis manos entre las suyas y besó uno a uno mis nudillos dejándome perpleja ante su gentil acto.
—No te preocupes, nadie de nosotros sabía que esto sucedería—le di una sonrisa para mejorar la bochornosa situación.
Caminamos, más bien caminó, por el bosque para hallar una salida hacia algún lugar que no fuera otro pasaje del bosque.
Llevaba cargándome más de dos horas sin parar ni quejarse, sólo se había dedicado a hacer la búsqueda de la salida lo más cómoda para mí.
—Jinohra, ¿conoces alguna parte del bosque o hay alguna especie de camino que nos indique la salida?, no quiero que oscurezca mientras estás aquí, podría resultar peligroso.
—Por mí no te preocupes, pero no, no hay alguna salida que conozca, si te soy honesta nunca había venido hasta aquí.
—Eso no nos ayuda en nada Jin, ¿cómo puedes ser la princesa y ni siquiera conocer tu reino?
—Perdona, pero mis padres no me permiten salir del palacio.
— ¿No convives con tus súbditos?, ¿quieres decir que no sabes cómo viven en Newry?
—Bueno, Cassidy me ha informado pero…
—Pero nada—intervino Aivan—debes salir más seguido, o no sé cómo reinarás si no conoces a tu propio pueblo.
—A decir verdad jamás he pensado en ser reina, probablemente decline a favor de alguna de mis primas, tengo miedo de no reinar adecuadamente—admití tomándome un profundo respiro.
—Estoy seguro de que serás una magnífica reina y por eso no te preocupes, falta mucho para que ese día llegue—sorpresivamente besó mi frente dejándome atónita ante tantas demostraciones de afecto el día de hoy.
— ¿Estás cansado?, puedes bajarme y buscaremos juntos algún lugar para quedarnos.
—No, no estoy cansado y no digas eso, no nos quedaremos aquí, espero poder salir antes de que anochezca.
—Yo estaría con tanto optimismo si no fuese por mis zapatos.
—Baja con cuidado—me depositó de pie en el suelo.
—Tengo hambre—solté, no habíamos desayunado nada, de hecho nos salimos así y por la forma en la que se veía todo ahora, pronto llegaría la noche.
—Yo también, pero pronto saldremos de aquí, sólo esperemos que nos encuentren o encontrar la salida.
—Me inclino más por encontrar la salida.
Fuimos caminando, yo apoyada del hombro de Aivan, y buscando algún lugar que nos llevara a la salida o que nos pudiese brindar refugio por una noche.
— ¿Tienes frio? —interrumpió Aivan.
—No.
—Eres una mala mentirosa, ven aquí—me atrajo a su lado en un fuerte abrazo—estabas temblando.
Se quitó su saco y lo colocó en mis hombros. Se quedó sólo con la camisa delicada que llevaba sobre su delgado torso.
—Necesitas este saco—lo quité de mi cuerpo devolviéndoselo.
—No más que tú, no seas necia y póntelo que ahora estoy de buenas—sonrió y me devolvió el abrigador saco.
— ¿Por qué hace unas horas estabas molesto? —me decidí a preguntar.
— ¿De verdad quieres escuchar la respuesta?
— ¿Tan mala es?
—No, o no lo sé, para mí no lo es.
—Entonces sí.
Emitió un gran suspiro y dio un paso para acercarse a mí y tomar nuevamente mis manos.
—La respuesta—emitió como una especie de suspiro.
— ¿Qué respuesta?
—La que le diste a Cassidy.
—No puede ser—cubrí mi rostro con las manos para evitar mirarlo a los ojos.
—Pero así es—se resignó  decir.
Liberó mis manos de su agarre y comenzó a alejarse a un paso lento y sin dudarlo caminé lo poco que pude para alcanzarlo.
—No, espera, debo explicar las cosas, no me puedes dejar así como así sin saber la razón.
— ¿Huge?, es muy obvio porque…
—No es él, deja tus celos a un lado por favor —interrumpí—es sólo que no te conozco, nos obligaron a comprometernos así como así, perdona, pero no puedo obligarme a sentir algo que ahora no siento, pero no me niego a la posibilidad de que suceda, de todas formas así como no me puedo a obligar a sentir algo, tampoco puedo obligarme a desarrollarlo por una persona en especial. Pero si sigues insistiendo en que es Huge, creo que cometeré un asesinato con el tacón que me queda—soltó una carcajada que tuvo que sofocar cubriéndose la boca.
—Está bien Jinohra, no te presionaré porque yo tampoco estoy seguro de lo que siento, pero seré lo más honesto posible contigo desde ahora, tú, no lo sé—rascó su nuca—me haces sentir diferente, pero parte de esa diferencia se mezcla con el amor hacia mi hermanita Emily, así que no tengo ni la menor idea de si es cariño solamente o algo más, no eres la única, pero si le cuentas algo de esto a alguien probablemente no salgas del bosque—bromeó.
—Entonces mientras vallamos a algún lugar, que ahora está todo oscuro—sugerí y me apoyé nuevamente para caminar en busca de algo.
—Aún tengo hambre—se quejó mi acompañante.
—Y que lo digas, no tengo nada en mi estómago y ya es muy noche como para seguir vagando, será mejor ir a dormir a algún lugar.
—Tú elijes, cama de hojas o de tierra, hay mucho espacio disponible—jugó.
Pero era verdad, de no ser el suelo, no teníamos otro lugar para descansar y a pesar de las quejas que pudiera dar nada cambiaría nuestra situación. Esperaríamos a salir o si no a que alguien viniera por nosotros—estúpido caballo—me reprochaba—no debía dejar a Aivan cabalgarlo sin mi ayuda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario