Capítulo 8 Jinohra- Sangre Real

JINOHRA

Comenzamos a caminar escaleras arriba para tener un lugar más cómodo para hablar y sin las miradas de todos puestas en nosotros. Al llegar al tope de la escalera me tomó por sorpresa cargándome sobre su hombro.

— ¡Aivan! —chillé mientras golpeaba con los puños cerrados su espalda, pero eso no sirvió de nada pues mantenía su agarre firme en mí aunque sé por su forma de presionarme que aun le dolía el hombro.
Por fin llegamos hasta mi habitación y me descendió lentamente sobre la alfombrilla para después rozar mis labios con los suyos de una manera tierna y fugaz.
—No me gusta compartirte con mi familia ¿sabes?
— ¿Qué? —interrogué sorprendida, pensaba que le agradaba mostrar afecto hacia mí, eso sí que me tomó desprevenida.
—No quiero que estemos aquí…
—Pero debemos quedarnos por lo de tu tratamiento Aivan, me encantaría estar en nuestra casa lejos de aquí, pero no podemos por esto—rocé con las yemas de mis dedos su herida e hizo una mueca de dolor—aun no te recuperas y no pienso moverme de aquí hasta que mi testarudo prometido esté completamente bien.
—Jin…
—Nada—interrumpí—he dicho que nos quedamos y así espero que sea—mascullé llegando a un punto de irritación y ternura.
—Veo que no puedo discutir eso contigo—murmuró resignado—entonces me temo que tendré que obligarla a dejar su reino, princesa.
Me miró de una forma divertida, se estaba divirtiendo a mi costa.
—Lo siento, no puedo dejar mi reino, ellos me necesitan.
—No más de lo que yo lo hago—musitó mientras me tomaba por la cintura.
Ese simple comentario volteó mi perspectiva, en verdad me amaba tal y como lo decía, se que debí saberlo, pero jamás creí que lo lograra, que él me amara como yo a él.
—Pero primero debo resolver una cosa—dije casi gritando al recordar a Huge.
— ¿Qué vas a arreglar?
—Debo tratar unos asuntos de mi reino con alguien, debo salir lo más pronto posible o perderé la reservación para el tratado—mentí, me sentía tan mal por mentir.
Me había propuesto contarle todo, pero si le decía que debía ir a ver a Huge probablemente perdería los estribos y saldría furioso a matarlo, él no le perdonaría el hecho de habernos dañado de esa manera tan grande. Quizá el problema no era por él, sino por lo que trató de hacer conmigo.
—Jinohra, debo ir contigo, no sé qué pasaría si te pasa algo y yo no estoy ahí, no me arriesgaré a que te pase algo.
—Más bien yo no te arriesgaré Aivan, debes cuidarte y por si te hace sentir mejor mi padre irá conmigo, son asuntos muy importantes—esta vez no era mentira, mi padre iría conmigo pero no exactamente a ver a Huge, él se desviaría a otro reino lejano para arreglar asuntos en dos días.
—Muy bien—suspiró—ve a tu gran tratado Jinohra, espero que te cuides—se dio la media vuelta y salió de mi habitación sin despedirse. No esperaba menos de él, le había mentido de una manera descomunal y después había rechazado su protección.
Vi cómo se alejaba a pasos largos y constantes, se notaba a leguas que quería evitarme y no lo culpo, yo también evitaría a alguien como yo, que no puede confiar del todo en su prometido.
Caminé de un lado a otro del pasillo esperando mi carruaje. En otro momento habría llamado a Cassy, pero ella estaba molesta y desde que me dijo “en una semana la veo, princesa” no he sabido de ella, no me visitó ni nada y temo ir a su casa a arruinar todo de una vez por todas, y que esto sea definitivo.
El carruaje por fin llegó y me dispuse a subirlo, en uno más elegante iba mi padre, seguramente quería exclusividad para este momento, no sé qué tantas cosas debía arreglar con el reino de Cassy, él iba para allá mientras yo me dirigía a ver a Huge, debía hacerlo pagar de alguna manera, el estúpido fuero no podía salvarlo de esta.
El caballo siguió cabalgando para ir al palacio de Huge, nos estábamos acercando. Quizá en media hora estaríamos ahí, invadiendo parte de su reino para llegar hasta él sin intervenir con una cita, un reclamo, nada expedido por el reino que autorizara nuestra llegada, ni un mugre documento que me permitiera estar ahí. Pero era yo y por lo que me dijeron que quería supongo que no me echaría sólo por entrar de esa forma a su reino.
Llegamos y enseguida descendí del carruaje mientras seguía en un leve movimiento, pero podía hacerlo ahora que no cargaba semejante vestido, sino mi ropa común, la que me gustaba más.
Caminé hacia el castillo con las piernas temblándome de nervios y con las manos cerradas en puños a los lados, sólo por si la situación se ponía complicada. Seguí con mi camino por el pequeño puente que daba paso sobre un riachuelo que rodeaba su castillo.
Los muros del palacio eran de piedra molida y de una tonalidad color salmón, era precioso, se veía como un castillo de alguna doncella, sin embargo sabía bien la clase de monstruo que habitaba en ese agradable lugar. Seguí caminando y me topé con las enormes puertas, parecían la entrada a un santuario religioso, algo así como la entrada a una iglesia. Tenía madera tallada a mano con unos aros de metal para tocar la puerta y pequeños detalles como plantas en la parte de abajo.
Toqué y uno de los mayordomos de Huge me abrió, dejándome pasar pues me conocían bien después de haber pasado una gran infancia con él. Pero ahora era diferente, yo no estaba aquí para charlar o para jugar con él, estaba para reclamarle y cobrarle lo que me hizo.
Entré a la sala de recepción y lo vi sentado en el trono de su padre, él me decía siempre que quería ser rey para poder mandar en su pueblo y cambiar sus reglas. Por cierto tiempo le creí, más bien toda mi vida le creí, pero hasta que él provocó el accidente de Huge me dije que todo era mentira, que él fue una mentira.
—Jinohra, no esperaba verte aquí—se levantó con un aire de superioridad que había ignorado hasta ahora— ¿y tu esclavo de Lisburn no te acompaña? —ladeó la cabeza y alzó una ceja burlándose de mí.
—Él es mi prometido, respétalo y estoy aquí porque quiero hablar contigo, quiero hacer un trato.
—Déjame adivinar, es por lo de la bala ¿o me equivoco? —dio unos pasos acercándose peligrosamente a mí y yo retrocedí lentamente.
—Sí, es por eso y también por mí ¿qué querías lograr con eso?, sólo has causado que ambos reinos pongan sus ojos en tu estúpido reino, más vale que te vayas haciendo a la idea de que desaparecerás Huge, mi padre no piensa permitirte esto—me permití alardear con mi título y con el de mi padre.
Sabíamos perfectamente que Newry era un reino muy influyente y que haríamos aliados en caso de necesitar un ejército más grande que el de Lisburn e incluso más grande que el de Campterlyn.
— ¿Qué quería lograr?, creí que eran obvias mis intenciones Jiny—y en un rápido movimiento me acorraló poniendo sus manos a un lado de mi cintura y apoyando todo su peso en ellas para que no lograra moverlo, maldito desgraciado.
—No lo eran Huge, tu siempre fuiste mi amigo ¡confiaba en ti! —reproché con vehemencia.
—Lo sé, por eso fue muy fácil hacerlo, pero si no fuera por tu estúpido prometidillo de caricatura todo hubiese salido perfecto…lo de la bala no estaba planeado, pero se lo tenía merecido—se encogió de hombros para restarle importancia a ese gran accidente.
—Eres un cretino Huge, espero que te pudras con tu maldito reino, espero que te refundas en prisión.
—No me importa lo que esperes de mí, yo te esperaba y pues si la única forma que tengo para decirte que Aivan no te conviene es esta, lo haré así.
Giré mi visión hacia la puerta y la vi cerrada, cerrada por completo.
— ¿Qué haces?
—Eres mía ahora, estás en mi reino sin un permiso, si ningún tratado, por lo que no tienes porqué regresar, es más, no tenías por qué venir.
—No lo hagas Huge.
— ¿Qué pretendías con esto? —devolvió cruelmente la pregunta que momentos antes le había formulado.
—No lo sé—respondí con la respiración entrecortad y llegando al borde de las lágrimas.
Era verdad, no sabía que hacía aquí. En un principio quería que pagara ¿pero cómo?, es decir, no fui con ningún ejército, ni con Aivan, ni con mi padre, me entregué sola en un arranque de ira. Y peor aun el hecho de que Aivan espere que regrese me mataba, jamás debí mentirle.
—No llores—susurró Huge mientras levantaba mi barbilla para que lo observara directamente a los ojos—por fin estamos juntos, tal y como debía ser desde el principio.
—Pero ¿y Cassidy?— en ese momento sus ojos se obscurecieron, había tocado un punto débil en él—siempre sospeché de ustedes—sonreí.
—Entre ella y yo no hay nada, ella sólo es una chica como cualquier otra— musitó evitando mi mirada.
—Eso no es lo que yo sé.
— ¿Quién te lo dijo?
—Tú acabas de decirlo Huge, sigues siendo fácil de conocer, fuiste mi amigo y te conozco mejor que nadie…sin embargo desconocía esta parte de ti— dije con tristeza.
—Es sólo que no había sido siempre tan abierto contigo, pero ahora que estamos juntos planeo conocerte mejor y que tú me conozcas tal y como soy—esbozó una sonrisa repugnante y dirigió sus labios hacia mí.
—Príncipe Huge, perdone por interrumpir pero quieren verlo urgentemente, me parece que la duquesa de Campterlyn ha venido a arreglar unos asuntos que en la reunión pasada no se concretaron—anunció uno de los guardias del palacio.
—Enseguida la atiendo—masculló entre dientes—en cuanto a ti, te tendré en vigilancia las veinticuatro horas del día así que más vale que te acostumbres a estar rodeada de guardias.
Me dejó libre y pude respirar bien nuevamente, enseguida fui tras él para averiguar lo que Cassidy estaba haciendo aquí, sin embargo un par de guardias obstruyeron mis camino, impidiendo así que mirara a través del gran portón.
Desanimada totalmente me dirigí hacia la habitación que una de las sirvientas asignó como mía. La habitación era dorada con unas enormes ventanas que iban desde el techo hasta el suelo, las cubría una enorme cortina de un color blanco mármol que medía exactamente lo mismo. La vista que me daban era un panorama completo del reino, me encontraba exactamente en la torre izquierda del palacio.
Debajo de mi torre, justo en el pasillo que daba a la entrada del palacio estaban charlando Cass y Huge animadamente, pero sé muy bien por qué él no dejaba que ella pasara, por mí.
Me sentía una traidora, estaba traicionando a Cassidy aunque ella ya no fuera mi amiga o al menos ella no me consideraba más su amiga. Todo justo ahora estaba saliendo mal y lo que más me preocupaba no era mi situación, sino lo que Aivan estaría pasando por mí en este instante.
—Princesa de Newry, la princesa de Campterlyn está solicitando su presencia en el ala Este del palacio, la quiere ahí lo más pronto posible.
Mis piernas fallaron y no querían moverse, Cassidy sabía que yo estaba aquí y Huge probablemente le dijo algo por lo cual quisiera verme y peor aún, ¿si Huge le había dicho algo a Aivan? Estaría mejor muerta.
Caminé con dificultad hacia el ala Este mientras era escoltada por los guardias del palacio e intimidada por las severas miradas de los mayordomos y la servidumbre con la que me encontraba.
—La esperan ahí dentro, tenemos ordenes de atacar en caso de que quiera escapar, princesa—advirtió uno de los fornidos e intimidantes guardias.
—Por supuesto que no escaparé—fue lo único que pude hilar antes de que mi mente comenzara a fallar.
—Eso esperemos—murmuró uno de ellos.
El mayordomo me abrió la puerta y me introduje para encontrarme con Cass y Huge, quienes estaban en una enorme mesa a ambos extremos de la cabecera observándome atentamente.
—Princesa—reverenció Cassidy y después la imitó Huge.
¿Qué estaban tramando?
—Se me ha convocado a su reunión ¿por qué?
—Toma asiento—exhortó Cassy.
—En cuanto me den una explicación coherente lo haré, mientras no tenga una respuesta no cuenten con ello.
— ¿Debo recordarte a los guardias? —intervino Huge por primera vez.
—No hay necesidad, tengo muy presente el hecho de que ahora cuento con una seguridad mayor que la de mis padres y  no me importa, sólo quiero saber qué diablos quieren—musité molesta por todo este drama.
—Cálmate ¿quieres?, sólo queremos charlar, pero necesitamos que te sientes y te relajes.
—Cassidy no me pidas eso, sabes perfectamente que no lo haré hasta tener la estúpida respuesta.
—Muy bien Jinohra, quiero negociar contigo, por lo que veo has abandonado a Aivan por el dinero de Huge…
— ¿Qué? ¡Este imbécil te…
—Calla por favor, tengo mis razones para creerle, sin embargo quiero que reconsideres todo esto Jinohra he venido a hablar contigo pero Huge se niega a dejarnos solas.
—Muy bien, pues dime lo que debas decir y después hablaré.
—Primero quiero saber el por qué de tu decisión.
—No decidí nada, vine a arreglar una cosa con Huge, para ser precisa su ataque “terrorista” en mi contra para traerme aquí y Aivan resultó herido, por lo que no vino, no quería exponerlo a este infeliz.
—Suena creíble—se puso de pie y rodeó la mesa para ponerse frente a mí—ahora lo que no me queda claro es por qué no trajiste a tu ejercito, por qué pasaste así, sin más.
—No creí necesitarlo, no pensé en que me fuera a secuestrar, no es como si le fuese a enviar una carta diciéndole “estoy lista para mí secuestro”.
—No te está secuestrando, yo le pedí que te retuviera para que pudiésemos hablar, pues él me dijo que habías dejado a Aivan y venía a corroborarlo, ahora puedes retirarte a tu reino.
Salí sin entender qué estaba sucediendo ahí dentro, sin poder comprender por qué Huge mintió de esa manera tan descarada.
Subí de regreso a mi torre siendo nuevamente escoltada por los mismos guardias.
—Me han dicho que puedo retirarme—mascullé para ver si me hacían caso.
—Lo sabemos, pero nosotros no respondemos a las órdenes de la nobleza de Campterlyn, sólo a la familia real de aquí.
—Pero soy la princesa de Newry, uno de los reinos más influyentes y futura reina de Lisburn la mayor potencia económica del mundo, así que si no me sueltan ahora que están vivos lo deberán hacer por la fuerza—alardeé, pues si no sabían dónde me encontraba mucho menos podría darles la orden para que  atacaran.
Caminé a mi habitación ideando un plan para escapar, para avisarles a las personas de fuera que me tenían presa y que no creyeran en Huge, él estaba mintiendo mientras sus padres, los reyes, estaban en la maldita reunión junto con mi padre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario